La flor del sepulcro P8

0 0 0
                                    

Pamela se preparó un té de hierbas y regresó a la cama con la intención de recuperarse del agotamiento que la agobiaba. Seguía molesta por el viaje al cementerio y por la idea de no deshacerse de esa planta, pero al fin entendió a Hermes, la curiosidad por saber era mayor <<nuestro sentimiento de aventura es más poderoso>> se dijo riendo.

Prendió la televisión, pero poco a poco fue sintiendo un ardor en sus ojos que termino por correr la vista. Bajó los parpados pensando en nada, intentado relajarse y si podía quedarse dormida mejor aún. Sin embargo, la nada de sus pensamientos estaba revuelta por todo lo que había pasado. Recordó parte de su niñez, las veces cuando no podía dormir y tomaba su diario para escribir lo que pensaba, lo que había hecho o simples historias en su mente. Se levantó dirigiéndose al closet mirando uno de sus cajones en donde tenía un cuaderno y un lápiz. Le pareció una interesante idea.

Comenzó a escribir con entusiasmo. Sin embargo, le dificultó el hecho de escribir a mano. La letra por momentos se hizo ilegible dada la debilidad que tenía y por qué hace años no lo hacía sin usar un computador, y a pesar del ardor en sus ojos decidió ir por él. Se levantó rápidamente, tan rápido que llegó a marearse. Caminó un par de pasos hasta la mesa donde estaba el portátil, pero no alcanzo a tomarlo, sus piernas perdieron fuerza haciéndola tambalearse fuertemente cayendo sobe un cajón abierto de la cómoda pegándose en el brazo. Respiró profundo cerrando los ojos, pero fue peor. Su vista se nublo así como su mente que comenzó a distorsionar todo a su alrededor. Un helado cosquilleo le recorrió el cuerpo provocándole un temblor que la hizo buscar desesperadamente sentarse antes de que se cayera al piso. Se llevó las manos a la cara con la intención de despabilarse, pero al hacerlo el calor que sintió en su piel la asustó. De inmediato quiso llamar a Hermes. El celular lo tenía al otro lado de la cama, se estiro para alcanzarlo, pero no llegó. Una sensación de nausea se transformó en vomito bañando la cama y la hizo desplomarse casi desmayada sobre el nauseabundo líquido. La calma de la tarde quedo atrás, apoderándose de su cabeza un miedo que comenzaba a desbordarla. En su cuerpo caliente no dejaba de sentir cosquilleos concentrados en sus extremidades como punzantes alfileres y un desgarrador dolor en su boca la hizo gritar con tal fuerza que casi la tumbo. Levantó levemente la mirada observándose en el espejo, esa imagen borrosa de su cuerpo el golpeo. Al tocar su hombro con su mano tembló por completo. Tenía el cuerpo sudado, pegajoso, expeliendo un olor alejado de toda frescura. En el espejo vio cómo se separaba la mano de su piel dejando un hilo de mucosidad del qué brotaba un olor que la hizo vomitar nuevamente. Gritó fuerte observando su cara deformarse en el espejo. Su visión borrosa no le impidió ver la pálida figura de su rostro, las ronchas en una piel que parecía comenzar a desprenderse y el gelatinoso sudor que brillaba en todo su cuerpo. Por un momento le pareció desaparecer, no se vio en el espejo, sin embargo al segundo de volver a ver reflejado su demacrado cuerpo le devolvió el pensamiento. Lo primero que se le vino a la mente fuera del terror fue <<así me veré muerta>>. Se entregó a la debilidad dejándose caer de espaldas. Cerró los ojos cediendo al horror, a la somnolencia, a la sensación de calor, al hedor y a lo que fuere su destino.

La flor del sepulcroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora