<<Los dejo, esta abuela ya debe ir a devolver a estos niños...
Hermes y Judith se alejaron de ellos siguiendo el camino principal que los condujo a la gran reja de entrada. Conversaron sobre lo que aquella mujer les contó, sin poder tapar la sorpresa que les produjo oírla contar no solo la leyenda, sino que además los pormenores y asegurar que hay mucho de verdad en las cosas que se dicen desde hace siglos. Sin embargo coincidieron en que varios pasajes de su historia escapaban de la realidad sumergiéndose casi en cuentos de niños con monstruos y seres fantasmales. Y que la única finalidad de todo solo era la propaganda turística de un hermoso y añejado lugar de descanso final.
El viaje de regreso lo sintieron corto. A pesar de no obtener las respuestas que querían escuchar en un comienzo, las ganas de volver se sumó al deseo de contar lo que habían visto y escuchado de aquella mujer. Y coincidieron que fue una tarde muy entretenida.
— Es como...una alergia — dijo Judith mientras abría un paquete de galletas —. Como esa alergia al árbol del plátano oriental, unos la tienen y otros no. ¿A ti te afecta? ¿Y a Pamela?. A mí no.
— A mí tampoco. A Pamela la verdad que no lo sé — dijo sin sacar la vista del camino —. Pensaba que todo eso de las alergias eran puros cuentos, pero conocí a una persona que sufrió mucho. Desde ahí nunca más me reí con eso — ambos se miraron con una sonrisa.
— He llamado a Pamela, a Jaime y a Felipe — dijo Judith tirando el celular al asiento de atrás —. Ninguno contesto. ¿Has sabido cómo sigue Pamela?.
— La llamé cuando estábamos en el cementerio, pero no contestó. Supongo que duerme.
— Ya casi llegamos — Judith vio el reloj en su muñeca que brillaba con el sol —. Diez minutos y estamos allá.
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La flor del sepulcro
HorrorEl espíritu de aventura alentado por sueños lleva a Pamela y a su amado Hermes hasta el cementerio de una ciudad cercana. La desconocida historia del lugar es la llave necesaria para cruzar las puertas. El tranquilo caminar entre viejas tumbas pront...