La pesadilla aún resonaba en su memoria, como un eco que nunca dejaba de repetirse.
Estaba en el salón de la Mansión Malfoy, la misma sala donde tantos bailes y fiestas se habían celebrado. El mismo sitio donde año tras año Narcissa adornaba el gigantesco árbol de navidad. El mismo lugar donde Draco había aprendido a volar con su escoba de juguete.
Pero ahora, en la mente de Draco, el salón se había convertido en el lugar donde su tía Bellatrix había torturado a Hermione Granger. Y él había estado presente. Y no había hecho nada.
Nada, absolutamente nada.
Draco sumergió la cara de nuevo en el agua helada, intentando olvidar, tratando de borrar la vergüenza y el asco.
Había mirado para otro lado. Se había quedado inmóvil, deseando que aquello no estuviera pasando. Que aquello no fuera con él. Intentando bloquear los gritos que taladraban sus oídos. Esperando a que parase. Pero sin hacer nada.
No hice nada.
Y eso, de alguna manera, había sido peor que participar.
La última vez que había visto a Granger había sido durante el juicio, en la misma sesión en la que Harry Potter había hablado a favor de Draco. Pero Granger no estaba allí para defenderle, sino para apoyar a su amigo y confirmar su versión de los hechos.
Ron Weasley no había sido tan generoso. Él había observado todo con los brazos cruzados y una expresión de desaprobación en la cara. Draco no se lo reprochaba; él tampoco estaba seguro de ser capaz de hablar a favor de un antiguo enemigo.
Pero había quedado libre. Y ahora, la vergüenza y el asco eran sus compañeros constantes.
***
Draco volvió a acompañar a su madre al Callejón Diagón. Esta vez no tenían ningún recado en particular que cumplir, simplemente les gustaba pasar tiempo juntos fuera de la Mansión.
De forma distraída, observaban los escaparates y comentaban las novedades, aparentando normalidad. Ambos eran muy conscientes de las miradas de desaprobación que les seguían, pero trataban de ignorarlas todo lo posible.
Y entonces Draco se fijó en un libro nuevo que se exponía en el escaparate de Flourish y Botts.
-Plantas mágicas y dónde cultivarlas: la nueva guía de jardín -leyó en voz alta-. Creo que esto le gustaría a padre.
Narcissa se rio en voz baja, pero asintió.
-Quizá podamos hacerle un regalo -sugirió, entrando en la tienda. Draco la siguió, dejándose llevar por la excitación de poder hacer algo espontáneo y sorprender a su padre.
-Creo que hemos encontrado una mina de futuros regalos -comentó, mirando a su alrededor. Y en efecto, montañas de libros relacionados con la botánica y la jardinería se amontonaban por los suelos y las paredes de aquella sección de la tienda.
-Sólo hemos venido a por uno, Draco -le reprendió Narcissa, pero Draco sabía que ella también estaba tomando nota de los títulos más interesantes. En el pasado, había sido Lucius quien la había cubierto de regalos, y ahora era su turno de devolverle el gesto.
Madre e hijo fueron a pagar, pero su buen humor se enfrió al encontrarse de frente con la última persona a la que deseaban ver.
Andrómeda Tonks iba en dirección contraria, con un niño de la mano, seguramente el nieto huérfano que ahora estaba a su cargo.
Narcissa se detuvo en seco, como si alguien la hubiese hechizado con un encantamiento congelador, y miró a su hermana con pánico en los ojos.
Andrómeda también la vio, y por un instante vaciló, pero se recompuso rápidamente, apretando los labios e irguiendo la cabeza. Su mirada expresaba rabia y desdén.
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Después de la guerra (Draco & Astoria)
Fanfiction(Historia Madura, +18) Cinco años después de la Batalla de Hogwarts, Draco Malfoy es una sombra de lo que era. Sin amigos, sin fortuna, tan sólo la frágil presencia de su familia le empuja a sobrevivir. Sin embargo, todo da un giro inesperado cuand...