9- Viejos rivales

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Draco volvía a estar en la sala de interrogatorios, esperando a que viniesen a por él. Esta vez los grilletes ataban sus muñecas, pero no hubiesen sido necesarios, porque él apenas atinaba a moverse.

Los sucesos de las últimas horas se repetían en su mente, pero nada tenía sentido. Le habían acusado de someter a Astoria a la maldición Imperius. Él sabía que eso no era cierto, él jamás le haría algo así.

Y sin embargo, la duda corroía su mente ¿Y si otra persona la hubiese hechizado? ¿Y si Astoria hubiese sido obligada a hacer algo en contra de su voluntad? Su presencia en el hotel, la cena, sus besos, todo lo que ocurrió después... ¿Lo había hecho de forma voluntaria? ¿O había sido Draco partícipe de algo horrible? Si eso era cierto... jamás se lo perdonaría.

Intentó recordar hasta el más mínimo detalle de la cita. Los ojos de Astoria, su sonrisa, sus gestos... nada indicaba que estuviese bajo una maldición... pero por otro lado, un mago experto en maldiciones imperdonables podría hacer que el Imperius fuese indetectable.

No puede ser. Debe haber una explicación.

Su espiral de angustia fue interrumpida por la llegada de un Auror. Pero al ver su cara Draco comprendió que su suerte empeoraba por momentos.

-Potter -masculló. Hacía mucho que no le veía, desde su comparecencia en su juicio. Draco había hecho todo lo posible por evitar cruzarse en su camino, lo cual no era difícil. Sus vidas eran muy distintas, y no había razón por la cual debieran encontrarse.

Hasta ahora.

Harry no dijo nada mientras se sentaba, depositaba unos pergaminos sobre la mesa y se colocaba las gafas. Sólo entonces miró a Draco de frente, respiró hondo y, sacando su varita, apuntó con ella a los grilletes y los hizo desaparecer.

Sorprendido, Draco se enderezó, frotándose las muñecas. No sabía qué esperar de aquel gesto de confianza.

Finalmente, Harry se decidió a hablar.

-Malfoy, estás metido en una situación muy complicada, y me gustaría que me ayudases a comprender mejor de qué se trata -su voz sonaba grave y muy seria, pero no parecía expresar animosidad.

Draco guardó silencio, forzándose a mantener la calma. No le convenía perder los estribos y enfrentarse a la gran estrella del cuerpo de Aurores.

-Anoche recibimos una denuncia anónima alertando de que Astoria Greengrass estaba siendo sometida a la maldición Imperius y que alguien la retenía en contra de su voluntad.

-¿No mencionaron mi nombre?

-No, pero eras la única persona que estaba con ella -Harry cogió pluma y pergamino, dispuesto a tomar notas-. Necesito que hagas un recuento detallado de lo que sucedió en el hotel, con la hora aproximada de los eventos.

-No puedes sugerir...

-Malfoy, te estoy dando la oportunidad de defenderte. No habrá otra. Si salgo por esa puerta, el Auror que me sustituya estará menos dispuesto a escucharte que yo -Draco se sorprendió al ver esa mirada de piedra. En todos sus años de rivalidad nunca había sido testigo de esa frialdad por parte de su antiguo enemigo. Harry no bromeaba, si deseaba ser escuchado, tenía que seguir sus reglas.

-Ayer por la mañana le escribí una carta a Astoria. No esperaba que ella fuese a viajar a Austria...

-¿A qué hora fue eso?

-Sobre las once de la mañana. A las doce tomé el almuerzo. Escribí a un cliente para programar una reunión para hoy... creo que fue a las dos, y luego... estuve trabajando, repasando la agenda y los pedidos.

Después de la guerra (Draco & Astoria)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora