4- El artista

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La galería de arte estaba vacía, lo cual no era extraño, considerando que ese día cerraba sus puertas. Sin embargo, era el día perfecto para pedir una entrevista con el famoso y elusivo Akito Manawa.

Draco se pasaba las manos por la túnica, tratando de contener su nerviosismo. Nunca antes se había reunido con alguien a quien admirase, y la reputación del señor Manawa sugería que debía templar sus expectativas.

Los pasos apresurados a su espalda le avisaron de que Astoria llegaba justo a tiempo, arreglada para la entrevista y apretando contra su cuerpo un pequeño bolso dentro del cual llevaba los planos y la propuesta escrita que ambos querían presentar.

Habían trabajado mucho durante los últimos días para escribir ese informe, quedándose hasta tarde para asegurarse de que hasta el último detalle estuviese listo. Astoria había dibujado los planos, y Draco se había encargado de la parte más tediosa del proyecto. Entre ambos habían hecho un trabajo casi perfecto.

Sólo habían tenido un pequeño desencuentro unos días atrás, cuando en un descuido, Astoria había olvidado su carpeta abierta, dejando sus bocetos a la vista. Los ojos de Draco se habían visto atraídos sin remedio por el dibujo del Hall del hotel. Era una imagen sencilla pero cautivadora, que reflejaba todo lo que Astoria tenía en mente.

Era una sala de cristal y hielo, luminosa y etérea. Y de alguna manera, parecía que era real, y que si llegaba a tocarlo notaría el frío de las paredes y la suavidad del cristal.

-Deberías enseñarle esto a Manawa -comentó fascinado, pero Astoria cerró la carpeta de golpe, azorada.

-Ni hablar ¿Quieres que se ría de mí?

-¿Por qué iba a reírse de ti? Es un dibujo increíble -Draco no entendía esa vacilación ¿Acaso no veía lo talentosa que era?

-He dicho que no. Le enseñaremos los planos técnicos y el proyecto -insistió Astoria, muy seria, abrazando la carpeta contra su cuerpo. Draco no quiso insistir, y lo dejó estar.

Y sin embargo, cuando acabaron la reunión, descubrió que Astoria había tirado su dibujo a la papelera. Alisándolo con cuidado, Draco se lo guardó en el bolsillo.

No volvieron a hablar del tema, y se centraron en ensayar lo que le dirían al señor Manawa. Cuando llegó el día, cualquiera de los dos podría haber atendido a la reunión dormido y no hubiese importado. Estaban listos.

Pero aun así ambos estaban nerviosos. Esa era su prueba de fuego.

-Todo va a salir bien -murmuró Draco, intentando mostrarse tranquilo, aunque su corazón latía a toda prisa. Astoria le lanzó una sonrisa nerviosa, antes de que la atención de ambos se centrase en el hombre que se les acercaba.

Maximus Rowle era el agente del señor Manawa. Alto, de semblante serio y un largo y cuidado bigote, no parecía portar buenas noticias.

Les saludó con cortesía y escuchó atentamente la introducción que Astoria tan cuidadosamente había preparado, pero cuando ella hizo el ademán de abrir el bolso para mostrarle los documentos del proyecto, el señor Rowle alzó una mano.

-Me temo que no será necesario, señorita Greengrass, el señor Manawa no está interesado en establecer ningún tipo de colaboración con ustedes.

-¿Por qué no? -preguntó Draco, irritado. Si aquello se debía a su pasado como mortífago estaba más que dispuesto a retirarse del proyecto. No quería dañar la reputación de Astoria. Pero deseaba que el señor Rowle le dijese la verdad a la cara.

-Debe entenderlo, señor Malfoy, el señor Manawa es un artista independiente, y desea seguir siéndolo. Atarse a un proyecto así solamente cortaría su inspiración.

Después de la guerra (Draco & Astoria)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora