En otro lado de la gran ruta, el hijo menor del Rey de los piratas y su esposo, el cirujano de la muerte, se rascaba la cabeza mientras leía algo, oculto en uno de las habitaciones del Polar Tang.
La cría de oso polar que lo acompañaba suspiró tras salir de un compartimiento.
—Bien, ya he vomitado. Podemos ir.
—Es solo una vieja tripulación, Kena, no hay nada que te-...
La luz se encendió, dejando ver a un hombre alto, de ojeras y ropa moteada con unas enormes ojeras y un semblante rudo.
Su padre —aunque no tenía idea—: Trafalgar Law, con una recompensa entonces de tres billones de Bellys.
—¿Un mink de oso?
—T-t-t... —Kena trató de pronunciar. Law desenvainaba su espada con lentitud apropósito, buscando algo aparte el cachorro delante de él, podría ser una distracción.
—Está bien, Kena —El menor de cinco años tomó la mano de su compañera, dirigiendo la mirada al hombre de adelante.
—Quiero hablar contigo.
Law bufó. ¿Qué podrían querer dos niños con el cirujano de la muerte, acaso no tenían un hogar, o no veían las noticias?
Deberían temerle como mínimo, ¿no?
—¿Con qué derecho? Irrumpieron la nave de un pirata, debería comérmelos, o lo que sea que hagan los piratas ante esto —Protestó.
—Dios mío, ¡Perdón! —Kena hipió desde su sitio, retirándose un poco, el menor frunció sus cejas levemente.
—Jamas se me ha negado nada en la vida, soy un príncipe —Frunció el ceño el menor, Law levantó su ceja, conocía todos los reinos del mundo y sus monarcas actuales y este niño no circulaba en las características de alguno de ellos.
—¿Cómo te llamas?
—Race
—¿Hijo de?
—Del Rey de los piratas —Law frunció el ceño antes de soltar una risa burlona.
—Ya, entiendo —rió—. Tú juegas a ser el hijo de Gold Roger. Bueno, déjame contarte que tu investigación es errada, el hijo de Roger lleva muerto dos años, y no se llamaba Race, sino Ace.
—Lo sé —el menor asintió—. Él no es mi padre.
—¿Y quién dices que lo es? —Law frunció el ceño, dirigiendo su mirada discretamente hacia el cachorro mink que los miraba desde la esquina con terror.
—Monkey D. Luffy —El nombre hizo a Law estremecerse—. Él es mi padre.
—No es posible —Law frunció el ceño. Luffy solo tenía diecinueve años.
—¡Te digo la verdad!
Law observó al menor con cuidado, su piel era de un blanco aceitunado, y aunque el cabello negro no debería significar nada, tenía unos ojos increíblemente grandes y negros.
—Pruébalo —Law redirigió la mirada hacia el mink nuevamente, definitivamente había algo mal, solo en la manada de Bepo quedaban osos polares. Al menos eso sabía él.
—En mi sangre corre tu ADN, así que puedo hacerlo.
Law sintió su corazón detenerse por un segundo, la voz de Sachi y Penguin saliendo de la nada.
—¡Capitan! ¿Podemos cenar algo de truc-… ¿Niños?
—¡No, por favor! —Pidió Kena entre hipidos, Law decidió ignorarla ante la mirada pesada del pequeño que tenía en frente.
¿Un hijo con Luffy?
—Diganle a Bepo que me espere en el ala de cirugía con un par de agujas y algunas láminas portaobjetos, ya —Ordenó, dirigiendo la atención en el niño por ultima vez—. Más te vale no estar mintiendo.
—Yo no miento —Race cruzó sus brazos—. A menos que el plan lo requiera.
Law rió, era un niño extrañísimo.
—Si los resultados que obtenga no me entretienen, o en dado caso, no me dices la verdad antes que me aburra de ti, te lanzaré al mar —Mintió, tomando al menor de la mano.
Debía quedar algo de sangre de Luffy en el refrigerador, si bien no era hijo de Law, ¿Que quitaba que Mugiwara no lo fuera?
Su corazón se estrujó.
—Sé nadar.
Y así, finalizaba la treta del pequeño Race, quien solo podía rogar que su hermano no estuviera metido en problemas y que Kena no vomitara en el Polar Tang ante que estuvieran las pruebas.
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Una aventura de años || One Piece Children AU
FanfictionLos hijos de Los Mugiwara se ven atrapados en un viaje en el tiempo, cortesía de los experimentos de su tío Franky y compañía. Tras veinte años en el pasado, deben decidir qué hacer, sin embargo, el más pequeño del equipo se les adelanta, obligándol...