—¡Oi, podemos pedir más vino de ciruela? —Ross preguntó, levantando la mano hacia el hombre que los atendía.
—No—Respondió Sora junto al bartender al unísono, ambos estaban en un pasillo de puestos, y se habían detenido en uno con la carne más barata—. Ya tomaste un vaso.
—¿Me puedes repetir cuántos años tienes? —Preguntó el empleado, Ross asintió con aires de superioridad.
—Nos iremos en unos segundos, buen hombre, no es necesario que...
—Tengo trece, pero ya cumpliré catorce, o sea casi quince, que es casi dieciséis, que es casi diecisiete, que es casi dieciocho —Informó Ross, masticando un oniguiri con despreocupación—. En conclusión, casi tengo veinte años.
—Debes estar bromeando —Suspiró Sora, golpeando la frente del pelinegro—. ¿Cuál de las dos mariposas que tienes en el cerebro te susurró esa información?
—¡Pero es verdad! —Se quejó el monito, sobando su frente.
—No lo es —Bostezó Sora—. Y ya me he aburrido de ir arriba y abajo contigo, así que vámonos antes que se preocupen los demás.
—Pero Sora...
—¡Te estoy pidiendo algo sencillo! —Gritó una voz desconocida al otro lado del corredor, Sora volteó confundido, casi leyó su mente.
—¿Qué sucede? —Preguntó el príncipe, observando con cuidado la muchedumbre.
Un hombre grande, con capa negra y de espaldas había pateado a uno de los presentes, mandándolo a volar varios metros.
—Ross, vámonos.
—¿No viste lo que acaba de pasar? —el menor se indignó, zafándose del agarre de su amigo—. ¡Le han pegado!
—Eso no nos incumbe —Sora dijo con dificultad, mirando hacia otro lado, normalmente no había sido educado así, pero su prioridad estaba en devolver a Ross a salvo a casa.
—¡Solo tenías que traer una mísera información! —Golpeó y pateó aquel hombre nuevamente, causando que varias personas se apartaran y en algunos puestos dejaran sus cartas de juego y alimentos abandonados.
—Están golpeando a ese hombre y no se defiende, debe conocerlos —Sora pensó en voz alta—. Quizá es un ajuste de cuentas, vámonos al palacio.
—O tal vez no es suficientemente fuerte y les tiene suficiente miedo a esos infelices —Se levantó Ross siendo uno de los pocos que no habían huido del pasillo, sin contar a los vendedores—. Y yo soy todo lo contrario. Invencible.
—Si tú lo dices... —Sora suspiró, liberando una espada de su espalda—. No los lastimes mucho...
—¡Bien! —Murmuró Ross, sonando sus dedos antes de intentar correr el pasillo.
ESTÁS LEYENDO
Una aventura de años || One Piece Children AU
FanfictionLos hijos de Los Mugiwara se ven atrapados en un viaje en el tiempo, cortesía de los experimentos de su tío Franky y compañía. Tras veinte años en el pasado, deben decidir qué hacer, sin embargo, el más pequeño del equipo se les adelanta, obligándol...