Como no me lo habias dicho antes

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El sol de la tarde iluminaba suavemente la habitación de Marc, llenando el espacio con una luz cálida y dorada que acentuaba la atmósfera tranquila. Era un fin de semana y ninguno de los dos equipos tenía partido, obviamente tenían que aprovechar estos días puntuales que tenían libres entre todo el ajetreo del deporte.

Marc y Jana estaban recostados sobre la cama, sus cuerpos entrelazados de manera natural, como si el espacio entre ellos simplemente no existiera. El ambiente era íntimo, relajado, con la complicidad flotando en el aire.

—Tengo una duda—comenzó Jana interrumpiendo la conversación que estaban teniendo antes, girando un poco para mirarlo de frente mientras jugueteaba con la camiseta de Marc—. Porque nunca hablamos de cosas serias cuando estamos así. Siempre terminamos hablando sobre las mayores tonterías.

Marc sonrió mientras acariciaba con suavidad la piel de su brazo, su pulgar trazando círculos perezosos—. Es que hablar de tonterías es más divertido. No importara de qué estamos hablando, siempre es entretenido.

—Hmm, ¿eso te parece?—dijo Jana, arqueando una ceja mientras dejaba caer una mano sobre su pecho, deslizándola suavemente—. Entonces, ¿no tienes nada profundo que decir hoy? ¿Ni un solo pensamiento interesante en esa cabecita tuya, Guiu?

—Bueno, depende de lo que consideres "interesante" o "profundo"—respondió él, su voz baja y juguetona—. Podría hablarte del imperio romano, pero dudo que te interese en este momento. Aunque...—hizo una pausa, observando cómo los labios de Jana se curvaban en una sonrisa divertida—. Tengo algo mejor en mente.

Jana lo miró, mordiendo su labio inferior con curiosidad—. ¿Ah, sí? Me pregunto qué podría ser mejor que hablar del imperio romano.

Marc sonrió con picardía y, sin responder inmediatamente, giró un poco su cuerpo hacia ella, inclinándose más cerca—. Bueno, ¿y porque no hablamos de nosotros?—susurró, dejando que sus palabras fluyeran con una lentitud que casi la hacía estremecer—. Eso es mucho más interesante, ¿no crees?

Jana, manteniendo la misma sonrisa provocadora, se acercó lo suficiente como para que sus labios casi se rozaran, el aire entre ellos cargado de una tensión agradable—. ¿Nosotros?—murmuró, sin apartar la mirada de sus ojos—. ¿Qué hay que decir sobre nosotros?

Marc deslizó su mano hacia la cintura de Jana, tirando de ella para acercarla aún más—. Pues que estoy bastante...—bajó su mirada a los labios de ella por un segundo antes de continuar sintiéndose atrevido esa tarde—...bastante enganchado. Me sorprende que no te hayas dado cuenta ya.

Jana rió suavemente, sin romper el contacto visual—. Me doy cuenta, Marc. Créeme que lo noto, especialmente cuando me haces ese tipo de comentarios—murmuró, y sus manos se deslizaron hasta el cuello de él, acariciándolo con suavidad—. Pero no me molesta que lo digas otra vez.

—Entonces, lo diré tantas veces como haga falta—replicó Marc, ahora con su tono más bajo, más íntimo.

—Es que soy irresistible, ¿qué te puedo decir?—dijo ella con una risa ligera, y entonces se inclinó, rozando apenas sus labios contra los de él, antes de apartarse con una mirada traviesa.

Marc suspiró con una sonrisa, aceptando su juego. Pero no se detuvo ahí. Volvió a acercarse, capturando finalmente sus labios en un beso lento, profundo, uno que parecía decir todo lo que las palabras no alcanzaban a transmitir. Cuando se separaron, ambos sonreían, la tensión en el aire ahora reemplazada por una tranquilidad cómoda.

—El otro día mi hermana me dijo algo sobre ti cuando te vio en la tele, pero no recuerdo el que —dijo Marc espontáneamente intentando recordar algo. Jana levantó una ceja, aún ligeramente perdida en el momento, pero visiblemente intrigada

—¿Tienes una hermana? ¿Cómo es que no me habías dicho eso antes?—dijo, ahora más enfocada, fingiendo indignación mientras cruzaba los brazos sobre su pecho, pero sin apartarse de él.

—Sí, tiene tres años—respondió Marc, riéndose de su reacción exagerada—. Es monísima y es súper rubia no nos parecemos en nada. Yo creo que te caería muy bien. Tu a ella ya le caes bien, le gusta ver tus partidos conmigo.

—¡Espera! ¿Me estás diciendo que has estado escondiendo a esa monada todo este tiempo?—Jana se inclinó hacia él, apretando suavemente su brazo—. Y que además sabe quien soy porque le hablas de mi ¿Cómo se te ocurrió no contarme eso?

—No lo he escondido...—dijo Marc, tratando de sonar inocente mientras la abrazaba con más fuerza—. Solo que nunca ha salido el tema. Pero ahora ya está, ya sabes de su existencia.- dijo con una suave risa al final y bajando una de las manos que tenía por su espalda baja hasta su culo y acercando su cara al cuello de la futbolista.

Jana lo miró de reojo, fingiendo molestia—. Ya veo cómo son las cosas contigo. Primero me escondes que tienes una hermana, y ahora intentas distraerme.

—¿Y funciona?—preguntó él, riendo.

—Tal vez un poco—admitió ella, riendo también mientras sus dedos jugueteaban con los suyos—. Pero ahora quiero conocer a tu hermana. A ver si me cuenta cosas que tú no quieres que sepa.

—Oh, seguro que te contará todo lo que quieras oír y más—dijo Marc, riendo—. Cuando lleves un rato sólo querrás que se calle.

— Hmm seguro que no , me encantan los niños pequeños.

—Pues entonces tendré que presentártela, ve buscando un día libre en tu agenda.

Ella se quedó en silencio por un momento, solo mirando sus ojos, antes de sonreír y acercarse de nuevo a él, sus labios rozando los de Marc en un beso suave. A medida que se recostaban más juntos, sintiendo el calor de sus cuerpos, la conversación fluía, pero el silencio entre las palabras también decía mucho. Ambos sabían que, más allá de las bromas y los juegos, había algo real y profundo creciendo entre ellos. Y eso, sin duda, era lo más importante.

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⏰ Última actualización: Sep 11 ⏰

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t'estimo || Marc Guiu x Jana Fernández Donde viven las historias. Descúbrelo ahora