Nacido para ser un dragón

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El futuro tiene muchos nombres. Para los débiles es lo inalcanzable. Para los temerosos, lo desconocido. Para los valientes es la oportunidad.

Victor Hugo.

Mientras el tímido reflexiona, el valiente va, triunfa y vuelve.

Proverbio griego.

Lo que le da su valor a una taza de barro es el espacio vacío que hay entre sus paredes.

Lao-tsé.



Clement bostezó, tratando de no quedarse dormido mientras el Septo hacía sus ritos para bendecir granos de cosecha con una paciencia y lentitud que los demás también ya estaban quedándose dormidos. Estaban en el continente en una de esas celebraciones rurales que a su madre le gustaban hacer porque su familia era muy cercana a tales costumbres. Pero se aburría espantosamente, y más estando con su atuendo formal Celtigar, incluyendo su manto para la cabeza porque como Omega ya iniciado debía cuidarse y todo eso, trató de distraerse contando el número de flores en cada florero puesto, con tal de que pasara el tiempo para que terminara y al fin fueran a lo más interesante, la comida.

—Sé que esto no es un vuelo con Vhagar —comentó Lady Samara a su lado, caminando a la carpa levantada para agasajar a los invitados— No tenías por qué venir, cariño.

—Es un compromiso familiar, no puedo faltar.

—Mi cachorro tan leal.

—Además, siempre me ha gustado lo que dan de comer.

—Querrás decir que solo me acompañas porque hay montones de tartas de limón para que las devores.

—Claro que no.

Su madre negó entre risitas, besando su sien y empujándolo para ir a tomar alimentos con el resto, ella miró alrededor, notando que varios Alfas no quitaban los ojos de su lindo hijo, había razón para eso con todo y que le molestaba. Desde su Celo, Clement maduró más, no solo dio un estirón, también sus facciones tomaron esa delicada forma Omega que lo hacía llamativo por más que luego anduviera en armadura lleno de lodo con algas en la cabeza, o plumas de gaviotas atoradas en sus cabellos. Era inquietante ese cambio, Lady Samara ya había indagado sobre las Semillas de Dragón, escasas en realidad, aunque muchos se proclamaban bastardos Targaryen lo cierto era que pocos llevaban tal herencia. Y aquellos que en verdad comprobaban su sangre de dragón no eran como su niño, podría decir que lucían más... comunes.

Clement poseía un aura diferente, no solo era su aroma que gritaba que ya era un Omega en edad de ser cortejado, fértil y sano, tenía algo más que no alcanzaba a entender. Lady Samara lo comparó a la presencia de la princesa Rhaenyra Targaryen cuando fueron a esa fiesta en Marcaderiva, era su mejor referente sobre la diferencia entre su hijo y las otras Semillas de Dragón de las cuales supiera. No entendía por qué su cachorro tenía tan buena estampa, le preocupaba, con un dragón a su lado, muchos lores podrían considerar hacer a un lado sus prejuicios y pedir su mano, peor aún, la corona tenía el derecho a decidir sobre su matrimonio de considerar mejor el futuro de su sangre.

—¿Madre?

—Dime, corazón.

—¿No te gustaría ir a Pentos?

—¿Pentos? —ella bufó, limpiando su mejilla de betún— ¿Quieres llevarme a Pentos?

—Sería lindo ¿no? Podríamos volar allá y esperar a padre ahora que tendrá esa ruta larga. Así no tendremos que esperar toda una estación para que vuelva.

Sui GénerisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora