Si exagerásemos nuestras alegrías, como hacemos con nuestras penas, nuestros problemas perderían importancia.
Anatole France.
La alegría es la piedra filosofal que todo lo convierte en oro.
Benjamin Franklin.
Si tenéis el hábito de tomar las cosas con alegría, rara vez os encontraréis en circunstancias difíciles.
Robert Baden-Powell.
Clement nunca estuvo más feliz de ser reprendido por su madre que en esos momentos escuchando a Lady Samara amenazarlo con un castigo eterno mientras limpiaba sus heridas y ponía ungüentos en su piel lastimada, aparentemente enfadada con él por haber desobedecido, más feliz de que hubiera regresado de una pieza y trayendo la alegre noticia del regreso de su padre en una pieza. Cuando ella terminó, el joven Omega hincó una rodilla y besó una mano de su madre con devoción, dándole las gracias por preocuparse así por él, Lady Samara negó conteniendo sus lágrimas, abrazándolo de vuelta.
—Siempre serás mi bebé.
Si bien la Triarquía había sido una vez más rechazada de los territorios del reino, su sombra continuaría sobre el Mar Angosto una vez que se recuperaran de sus pérdidas, ya se había dado cuenta de que siempre eran así, atacando y luego desapareciendo un rato. De momento podían descansar, esperando el momento de volver a casa y recuperarse. No todo era felicidad, el joven Omega encontró que la convivencia con el resto de las casas vasallas de los Baratheon no era precisamente la mejor, en especial cuando se hablaba de su persona. Un día escuchó una charla entre las damas alrededor de su madre, preguntándole por su hijo y luego soltando esas palabras ponzoñosas.
—Deberías tener más cuidado, Samara, es imprudente la forma en que crías a tu hijo, tales maneras no son propias para un Omega.
—Es verdad, lejos de que te divierta, se puede convertir en una desgracia, mancharás el nombre de los Celtigar si continuas permitiendo que haga esos desfiguros.
Lady Samara tan solo alzó su mentón. —Los dioses así lo quieren y así será.
No le cupo duda alguna de que su madre siempre le protegería, lo que ya no le parecía tanto era que eso fuese a costarle sus amistades o el estar tranquila conviviendo con los demás. O que fuera verdad eso de que traería desgracias a sus padres por montar un dragón y participar en peleas cuando los de su casta no se atrevían ni a sujetar un arma pequeña. La verdad era que no se había detenido a pensar en las consecuencias de sus acciones. Clement no se quedó con la duda, aprovechando una mañana en que trenzaba sus cabellos y la vio contenta.
—¿Madre?
—¿Qué pasa, amor?
—¿Los avergüenzo con mi comportamiento?
Su madre se detuvo, tomando su rostro. —No hagas caso de lo que escuches, hijo mío, ellos no saben lo que yo sé, ni te criaron como yo lo hice. Solo tu madre te conoce bien y si ella no te llama la atención, entonces no estás cometiendo ningún deshonor.
—¿De verdad? ¿No debería ser más... recatado?
—¿Eso te haría feliz? —Clement negó de inmediato— Entonces no hay discusión, yo te quiero ver libre y feliz, ha sido mi promesa a los dioses, nada más me interesa.
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Sui Géneris
FanficLord Herwell Celtigar no desea ver infeliz a su esposa, aceptando un cachorro Omega de rasgos Valyrios cuya sangre puede ocasionar la Danza de los Dragones. Un OCxAemond.