Yasuke caminaba hacia el orfanato lentamente, sintiendo cómo la presión en su pecho aumentaba a medida que se acercaba. No quería admitirlo, pero había extrañado a sus amigos y todo lo que conllevaba la vida en el orfanato. Los gritos incesantes de los niños jugando en el patio, la oportunidad de molestar a Minato y las largas historias que él inventaba antes de dormir. Todo eso, que en la calma del orfanato le resultaba molesto en ocasiones, se había convertido en un eco reconfortante durante sus noches solitarias en el bosque.
Recordaba también los regaños de Nonoe cada vez que decía una mala palabra o se pasaba molestando a Minato. Esos recuerdos, que parecían triviales en su momento, ahora eran preciosos para él, como fragmentos de un hogar seguro al que siempre podía volver. Yasuke se dio cuenta de cuánto había extrañado todo aquello. El cachorro, sintiendo su ansiedad, se movió suavemente en los brazos de Yasuke, atrayendo su atención. Tomó una respiración profunda, tratando de calmarse, y vio finalmente la puerta del orfanato que ya estaba cerca. Decidido, aceleró el paso.
Al llegar al portón, dudó un segundo antes de empujar la puerta de entrada. A medida que la puerta crujía al abrirse, los gritos de los niños resonaron con más fuerza, llevándole una sonrisa involuntaria al rostro.
—¡Yasuke! —gritó una voz familiar.
De repente, Minato apareció corriendo desde el patio. Se lanzó sobre Yasuke con un abrazo inesperado, casi haciendo perder el equilibrio. Yasuke sonoro, sintiendo el calor del reencuentro.
Yasuke sintió una fugaz sonrisa formarse en su rostro, pero rápidamente recuperó su expresión seria. Miró a Minato, que seguía abrazándolo con fuerza, y se burló:
—Oye, Minato, ¿acaso dejaste de entrenar mientras estuve fuera? Tu agarre se ha vuelto débil —dijo, con tono desafiante.
Dicho esto, Yasuke se deslizó ágilmente del abrazo. Había aprendido mucho en el bosque; su mentora, la leopardo, le enseñó a moverse con la agilidad y elasticidad de un fantasma. Minato, sorprendido por lo fácil que había escapado, no se entristeció. Al contrario, sus ojos brillaron con entusiasmo.
—¡Yasuke, enséñame cómo lo haces! —pidió Minato, fascinado por el nuevo movimiento de su amigo.
Antes de que Yasuke pudiera responder, Nonoe apareció a su lado y le agarró la ropa por la espalda, como para evitar que volviera a escabullirse. A diferencia de antes, Yasuke no intentó escapar. Nonoe, una cabeza más baja que él, apoyó su rostro en su espalda, y Yasuke sintió la humedad de sus lágrimas en su camisa. No dijo nada, simplemente se quedó allí, dejando que ella expresara lo que sentía.
Tras un rato, Nonoe lo soltó lentamente, separándose con un suspiro. Cuando Yasuke dio la vuelta, vio los ojos enrojecidos de Nonoe por las lágrimas ya secas. Ella le dedicó una mirada cálida y llena de alivio.
—Bienvenido de vuelta, Yasuke —dijo, su voz cargada de emoción reprimida.
Yasuke, en su forma típica, solo se acercó levemente, agradeciendo en silencio aquel recibimiento. En su interior, sabía que había regresado al lugar donde pertenecía, rodeado por aquellos que realmente se preocupaban por él.
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Renacimiento en Konoha: El Cirujano de la Hoja
Fanfiction"En este relato de renacimiento y redención, un cirujano exhausto por el sobresfuerzo laboral recibe de una entidad divina la oportunidad de renacer en un mundo de ninjas y habilidades sobrenaturales. En su nueva vida en Konoha, no solo tiene el pod...