Renacimiento en Konoha: El Cirujano de la Hoja

Cap37: Examen De Graduación Ninja

Las palabras de Haruki retumbaban en los oídos de Yasuke, cada una de ellas como un golpe adicional. Con el cuerpo dolido y el corazón pesado por la preocupación por su amigo felino, Yasuke se esforzó por levantarse, limpiándose la sangre de los labios con el dorso de su mano. La humillación de la derrota estaba cerca, pero aún así, algo dentro de él se negaba a ceder.

Yasuke sentía que su propio cuerpo no le pertenecía, como si alguien más hubiera tomado control de él. Era una sensación extraña; el dolor comenzó a desvanecerse. Como médico, no podía explicar científicamente lo que estaba sintiendo.

Con los ojos fijos en Haruki, Yasuke respiró hondo, intentando estabilizar su respiración y clarificar su mente. Los movimientos ágiles y precisos del leopardo estaban fijos en su mente, su cuerpo antes rígido ahora quedo relajado.

Haruki, que notó el cambio, sintió que la situación que tenía controlada empezaba a cambiar. Decidió no jugar más y, sacando su kunai, ataco al cuello del joven shinobi.

Para la sorpresa del shinobi experimentado, el chico que antes luchaba por esquivar y con ojos desesperados ya no estaba; como un animal herido sin nada que perder, enfrentó el ataque sin moverse e incluso se abalanzó contra la afilada hoja.

Esquivó ligeramente, permitiendo que solo los mechones de su cabello fueran cortados por el kunai. En un movimiento fluido y rápido, Yasuke no solo enfrentó la amenaza, sino que contragolpeó. Agarró el brazo extendido de Haruki y aplicó una técnica que involucraba una gran expulsión de chakra, aprendida de los continuos alardeos de Minato.

Un grito desgarrador llenó el bosque, evidenciando el impacto del ataque de Yasuke, que ahora mostraba una determinación feroz en sus ojos.

El dolor invadió el cuerpo de Haruki, quien no esperaba tal audacia de Yasuke. Intentó golpear al joven en represalia, pero este, ágilmente, escapó. Sus pasos, antes erráticos y patosos, ahora eran los de un depredador que se movía en su entorno como si fuese su propio campo de juego.

Hábilmente se camuflaba y se escondía entre la maleza. Haruki, ahora sintiendo algo que no había experimentado en mucho tiempo—miedo—, percibía el peligro en el bosque y sentía unos ojos acechantes de un enemigo escondido naturalmente como un camaleón.

Al darse cuenta de su propio temor, Haruki frunció el ceño. —Mocoso, no creas que un golpe acertado cambiará algo —dijo, intentando ocultar su nerviosismo.

—Tú y yo sabemos la diferencia de niveles. ¿Por qué no sales y dejas de ocultarte como una rata de Konoha? —intentó provocar, buscando recuperar el control de la situación.

Sin embargo, lo único que respondió fue el silencio acechante del bosque. Haruki, al no recibir respuesta, sintió un escalofrío al notar unos ojos posados sobre su silueta. Sin demasiado tiempo para reaccionar, sacó un shuriken y lo lanzó, el sonido hueco de metal atravesando madera solo intensificó su frustración.

Cuando pensaba que su oponente había escapado, el sonido de corte de viento atrajo su atención. Al mirar, un shuriken atravesó el aire hacia su cuerpo. Rápidamente usó su brazo sano, junto con un kunai, para desviar el ataque. Sin embargo, cuando impactó el ataque, escuchó otro por su parte trasera. Esta dinámica se repitió varias veces. A lo mejor antes podría haber resistido todos los ataques, pero con un brazo herido y el dolor afectando su mente, algunos ataques acabaron impactando el cuerpo del shinobi experimentado.

Haruki ya no podía aguantar más. Aunque había aceptado el desafío pensando que sería fácil, y a pesar de la restricción parcial de su chakra, nunca imaginó necesitarlo, se dio cuenta de que no podía seguir siendo arrogante y debía responder adecuadamente. Ahora se veía obligado a responder con seriedad. Hábilmente, usando su única mano disponible, formó varios sellos, inyectó su chakra y lanzó un jutsu: "Doton, clones de tierra", creando uno de ellos. Aunque esta técnica consumió la mayor parte de su chakra utilizable y aunque sabía cómo liberar el sello que suprimía su chakra, hacerlo atraería la atención de los Anbu y no podría escapar a tiempo.