Capítulo 14

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– Oh que dulce y que amargo momento – dijo Isa sorbiendo por la nariz mientras se limpiaba las lágrimas. Carlos la ignoró mientras veía las puertas del pequeño avión siendo cerradas con Avi y Gueller dentro.

Después de dos días de fiesta y baile, su hermanita y su nuevo esposo se iban a su luna de miel. Gueller, por supuesto, ya había organizado todo y durante el próximo mes y medio ambos estarían recorriendo algunas ciudades importantes del sur del continente.

Abrazando a su muñeca, esperaron que el avión privado despegara y después dejaron la sala rumbo a la salida del aeropuerto.

– ¿Cuánto tiempo tardaran en llegar a su primer destino? – preguntó Isa comenzando a teclear en su celular – le mandaré un mensaje a Avi para que en cuanto aterricen me avise.

– Déjala respirar Isabel, nuestra hermanita acaba de irse y ya estas queriendo hostigarla.

– Se llama preocupación genuina por la persona que amas, tu no lo sabrías porque no te amo lo suficiente como para preocuparme por ti

– El sentimiento es mutuo.

Tamara comenzó a reírse por el altercado e incluso Edwin, que también los había acompañado, sonrió divertido.

– Como sea, me voy a donde no me juzguen

– Espera – la detuvo Edwin – ¿No querías que te llevara al estudio?

– No gracias Eddy, Silvestre pasará por mí.

Ante la mención del hombre, Carlos frunció el ceño – Aun no me has presentado a ese tipo con el que sales

– No estamos saliendo – rodó los ojos su hermana – por el momento solo somos amigos.

– Amigos o no aun no lo conozco

– Esta bien – intentó moderar Tamara – estoy segura que Isa nos lo presentara después ¿cierto?

– Si seguro – se encogió mientras continuaba tecleando en su celular – le diré a ver si le parece bien

– ¿Si le parece bien? ¿Por qué tendrías que pedirle permiso para hacer algo? ¿Qué clase de tipo es?

– ¿Podrías dejarme en paz? Yo nunca cuestioné ninguna de tus cientos de relaciones fallidas.

Carlos se sorprendió por la forma tan a la defensiva de responder de su hermana, y ella debió notarlo igual porque se encogió de hombros avergonzada.

– Perdóname, no era mi intención, yo realmente no quería... lo siento mucho. Igual, para que estés tranquilo, ya le dije a Silvestre que Eddy se ofreció a llevarme al trabajo así que no vendrá a recogerme

– ¿Segura que no quieres que te llevemos nosotros? – preguntó Tam por él

– No gracias, y no se preocupen por mí, es que estos días he tenido mucha tensión por el trabajo.

– De acuerdo, trata de no exigirte demasiado – le dijo él abrazándola. Porque tal vez pudieran gritarse en la cara lo mucho que se odiaban, pero la realidad era que Carlos haría cualquier cosa por ella. Prueba suficiente era cuando debía prescindir de alguna comida o transporte para poder mandarle algo de dinero. Nunca se lo dijo, y nunca lo haría, porque al final esa era la mecánica de la hermandad. Hacer sacrificios en silencio por el bien del otro.

– Cuídala Ed – le murmuro al oído cuando se despidió.

Edwin asintió en silencio y se llevó a una Isabel pensativa. Subiendo a su propio auto, esperó que Tam cerrara la puerta y pronto se metió en el tráfico de la mañana.

1.5) Como Relatos para Ingenieros y ArtistasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora