Capítulo 7

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Estaba nerviosa, realmente nerviosa. Su intención no había sido aceptar la salida al cine, pero se encontró a si misma buscando excusas buenas y al final, luego de no encontrar ninguna, aceptó.

Ignorando la vocecita que le decía que en realidad su primera intención había sido decirle que sí.

Terminando de trabajar con la última información que finanzas le entregó, escuchó la puerta abrirse y apareció Ava con una bolsa de regalo.

– Hola ¿interrumpo algo importante?

– Hola, no, para nada, puedes pasar.

Cerrando la puerta se sentó frente a ella y le extendió la bolsa. El elegante anillo de diamantes sobresaliendo en su dedo anular izquierdo.

– Vine aquí porque, no sé si aceptes, pero, me gustaría saber si quisieras ser una de mis damas de honor.

Tam tomó el regalo, pero se congeló con lo que decía. Al ver la bolsa notó que era blanca y elegante, en una etiqueta pequeña decía Tamara Villas, lo que significaba que estaba personalizada. ¿Por qué Ava quería que ella fuera dama de honor? ¿Acaso Carlos se lo había pedido? Pensarlo la hacía comenzar a sentir el pecho pesado y presa del pánico que le envolvía los pulmones, estrujándoselos sin darle oportunidad de tomar una bocanada de aire.

– Antes de que me des tu respuesta quiero que sepas que mi hermano no tiene nada que ver en esto y que la decisión de preguntártelo fue única y exclusivamente mía. Me agradas Tamara, fuiste de las primeras personas que me dio la bienvenida a la empresa, sin ti Cedric, San y Antonio no habrá podido durar tanto.

Tam recordó el día que conoció a Ava. Había escuchado a sus compañeros comentar sobre ella, diciendo que el primer día el señor Gueller había estado tan colérico por su desempeño que las juntas que tuvo habían sido infernales, que probablemente no duraría mucho más que la última.

Pero Tamara había observado algo diferente en la junta a la que asistió.

La mujer parecía ser muy eficiente y le entregaba la información al gran jefe incluso segundos antes que él se la pidiera. Al terminar la junta se presentó con ella y le dijo que si ocupaba ayuda con algo podía acercarse y preguntar. Ava aceptó con una sonrisa y después corrió a seguir a su jefe. A las semanas fue la junta semestral de los gerentes y, con la forma en la que había salvado a Antonio, ella supo que Ava James había llegado para quedarse.

– En realidad yo no hice mucho – regresó Tam al presente – solo te ofrecí algo de ayuda

– Ayuda que hasta el momento solo tú y Cedric me habían ofrecido.

– Bueno, tal vez, pero no lo sé, yo...

– No quiero presionarte – la interrumpió levantándose – quédate con el regalo y piénsalo, aún faltan algunos meses para la boda, así que puedes decírmelo luego, pero que sepas que aun si decides no hacerlo eres una invitada sí o sí.

Viéndola salir de la oficina, abrió la bolsa y se encontró con una pequeña toalla enrollada de forma practica con una etiqueta que decía Adam y Ava junto a la fecha del compromiso. Al lado de la toalla venía un paquete de roles de canela y en el medio un chocolate que tenía escrito "¿Quieres ser mi dama de honor?", también había un tenedor y un cuchillo, ambos envueltos en papel decorado de forma vintage.

Tam se comenzó a sentir mal, Ava le había pedido de corazón que formara parte de uno de los eventos más importantes de su vida, y ella había dudado como una tonta. Comiéndose un pedazo de rol de canela, pensó si debería llamarla para aceptar o decírselo en persona. Mientras pensaba en ello su celular sonó y miró en la pantalla que su primo Jerry la estaba llamando.

1.5) Como Relatos para Ingenieros y ArtistasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora