Capítulo 4

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No estaba nerviosa. Definitivamente no. El hecho de que un sábado por la tarde tuviera muchos de sus vestidos regados en la cama, que sus zapatillas estuvieran en fila por todo el piso, o que su kit de maquillaje se haya apoderado de todo el lavabo del baño, no significaba que estuviera nerviosa.

Era una salida común y corriente, nada más allá de eso.

Charlie la había visitado dos veces más en la semana, y a ella ambas visitas le agradaron demasiado. El chico guapo era divertido, haciéndola sonreír cada que podía. Ahora, mientras se terminaba de aplicar el rímel, intentó disimular lo mucho que había anticipado el fin de semana.

Porque, obviamente, ellos solo eran amigos.

Una vez terminó de arreglar su maquillaje, y gustarle como había quedado, revisó su celular para ver la hora cuando notó que Carlos ya le había mandado la ubicación del lugar. Entonces su cuerpo entró en un pequeño estado de pánico.

Intentando calmarse a sí misma lo mejor que podía, repitió en su mente que solo se verían allá, comerían, platicarían y después cada quien volvería a su casa. Nada fuera de lo normal, nada que ella no hubiera hecho antes con otros amigos o compañeros de trabajo.

Sí, eso la había ayudado un poco.

Decantándose por el vestido amarillo de holanes en el pecho, se puso las zapatillas doradas y decidió dejarse suelto el cabello. Comprobando unas diez veces su atuendo, esto por cuestiones de presentación y no por nervios, tomó su bolso y salió del departamento.

El Josefa's Bistró era un restaurante pequeño y muy agradable que se encontraba en el centro turístico de la ciudad. Tam se bajó del auto y caminó por la calle empedrada hasta entrar al lugar. Las paredes llenas de enredaderas, el ambiente reconfortante y cálido, junto con el olor delicioso de las especias, la hicieron calmarse un poco.

Este ambiente es relajado e informal, se dijo, no hay nada de malo con eso.

Y se lo pudo haber repetido diez mil veces más, pero igual lo hubiera olvidado al ver a Charlie sentado en una de las mesas del fondo.

El hombre era guapo, demasiado para su propio bien, la forma que llenaba el traje, la manera que sonrió al verla. Si su mente no le hubiera recordado que él solo quería su amistad, hubiera entrado aun en más pánico y hubiera corrido lejos. Porque Carlos Perea era material de novio con todo incluido.

– Hola ¿Llevas mucho tiempo esperando?

– Hola, no, en realidad también acabo de llegar. Por cierto, te ves hermosa.

Sintiendo sus orejas calientes, aceptó la silla que le ofrecía e intentó recomponerse lo mejor que pudo, alejando los nervios que seguía sin saber porque los tenía.

– Jamás había venido a este lugar – le dijo aceptando la carta del mesero – tendrás que ayudarme a decidir.

– En ese caso estamos en un gran aprieto – se burló leyendo el menú – porque yo tampoco había venido aquí, fue una recomendación de mi hermana.

Relajándose con la atmosfera burlona de Charlie, ambos pidieron su comida y comenzaron hablando de música y películas. Resultó que al chico guapo le gustaban tanto las de terror como las de acción. Y ella admitió que le gustaba ver de todo, pero que el terror era su favorito.

– ¿Cómo puedes decir que te gustan las películas de terror y estas asustada por verlas?

– Entró en esa categoría de "me gusta, pero me asusta" mi nivel de curiosidad es más alto que mi nivel de miedo.

Sonriendo ante eso, la plática siguió su curso, Tam creía que los nervios y el hecho de que no se conocían de mucho iba a ponerlos en una situación incómoda, que el silencio sería quien reinaría en sus pequeñas y forzadas conversaciones, pero la verdad era que se la estaba pasando maravilloso.

1.5) Como Relatos para Ingenieros y ArtistasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora