Capítulo 13

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A Tam siempre le había dado algo de miedo el gran jefe. Sabía que existía una razón por la cual le decían "el león del mundo empresarial" y había estado en las juntas suficientes como para saber lo que pasaba si alguien osaba desafiarlo o hacerlo enfadar. Ahora mismo, presentándose con sus padres en el restaurante de sushi, parecía realmente dócil, les sonrió de forma respetuosa y solo se presentó con su nombre de pila.

Ese hombre no era el mismo señor Gueller que ella conocía, y, en cierta forma, estaba aliviada por eso.

– ¿Eddy no piensa venir? – preguntó Isabel mirando hacía la entrada

– No, dijo algo de tener un compromiso previo – le respondió el señor Gueller tomando asiento.

La cara de Isabel se trasformó en una mueca, pero después fingió indiferencia y tomo su menú. Tamara hubiera intentando observarla más de cerca si su madre y padre no hubieran empezado con la ronda de preguntas.

– ¿Ustedes son hermanas de Carlos?

– Si, aunque yo soy más bien honoraria – sonrió Ava un poco tímida – una hermana adoptiva

– La sangre no manda en el corazón – dijo su madre asintiendo convencida – ser una familia nada tiene que ver con el ADN o con un acta de nacimiento.

– Así es – sonrió Isa recuperándose rápidamente de su humor anterior – que no tenga nuestro apellido no la hace menos hermana nuestra.

– Entonces – dijo su padre mirando el lugar con el ceño fruncido – ¿conocieron a mi Tamara por Carlos?

– No, papá, yo conocí a Carlos por Ava, ambas trabajamos en la corporación Gueller.

– Ah que maravilla – dijo su madre alargando su brazo para tomarle la mano – ¿En qué área trabajas dulzura?

– Soy secretaria de presidencia

– Oh por dios, debe ser extenuante, supe que el dueño de esa empresa es un verdadero ogro. Los ricos siempre se comportan de forma muy groseras.

– ¡Mamá! – grito Tam completamente nerviosa.

Para su enorme fastidio, Charlie comenzó a reírse.

– No pudo decirlo mejor, yo también pienso que debe bajarle un poco a su intensidad.

– Ya tiene tanto dinero – se quejó su padre – eso es lo malo del poder, uno siempre quiere más.

Tamara tenía miedo de voltear a ver al señor Gueller, pero se armó de valor y notó que... se estaba riendo.

– No se preocupe – dijo él pasando su brazo por los hombros de Ava – estoy seguro que ha cambiado, de hecho, dentro de poco se casará.

– Una mujer lo sometió – siguió burlándose Charlie – deberían darle una oportunidad y conocerlo.

– Podríamos invitarlo a comer – sugirió Isabel riéndose también de la situación

– ¿Un hombre como ese comiendo con gente como nosotros? – dijo su padre en tono burlón – ja, me gustaría verlo.

– Papá, ya basta – Tam decidió acabar con aquello de una vez por todas – aquí los únicos groseros son ustedes. Hablar del señor Gueller frente a él no está bien.

Sus padres abrieron los ojos y voltearon a ver al otro hombre en la mesa a parte de Carlos.

– No se preocupe Tamara, soy consciente de como mi pasado me precede.

– Adam Gueller – murmuró su madre comenzando a entenderlo, poniéndosele las orejas rojas de la vergüenza.

De pronto su padre se levantó y se puso al lado de su jefe sin pensarlo.

1.5) Como Relatos para Ingenieros y ArtistasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora