Capítulo 5

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Tam miraba como la hoja salía lentamente de la impresora. Su secretario se había ido a almorzar con los demás compañeros, por lo que el área de contabilidad estaba prácticamente vacía. Cedric la había invitado a salir a comer, pero le dijo que ya había traído su almuerzo de casa y que iba a quedarse a terminar unos pendientes. Había sido de lo más convincente, pero muy en el fondo sabía que todo era una horrible mentira.

Su único propósito de quedarse en la oficina a la hora del almuerzo, era por si acaso venía a visitarla...

– Hola Tam ¿Ya almorzaste?

Dándose la vuelta, intentó mantenerse serena al ver al chico guapo parado ahí con una bolsa del restaurante.

– Hola Charlie, no, aun no.

– Estupendo, en ese caso podemos almorzar juntos.

– ¿No comerás con Ava? – por favor di que no – tal vez te esté esperando

– No lo creo, esa tramposa no me avisó que saldría a comer con Gueller.

Tamara se sintió feliz y decepcionada por su respuesta. Feliz porque comerían juntos, decepcionada porque en realidad no había ido específicamente a la empresa para comer con ella.

Eso está bien, se gritó mentalmente a sí misma, te apuesto que si hubiera dicho que venía a comer contigo directamente te hubiera entrado el pánico.

Y no tenía ningún argumento contra eso. Porque era verdad, se hubiera sentido nerviosa si el chico guapo le hubiera dicho que en realidad su primera intención había sido comer con ella.

Lo contradictorios que eran sus pensamientos casi la hacían sentir mareada, estaba feliz, pero decepcionada; estaba segura pero temerosa; le gustaba estar con Charlie, pero le asustaba estar demasiado tiempo con él. ¿Cómo podría seguirle el ritmo a su propia mente?

– De hecho, también iba a pasar a dejarte esto – continuó hablando Charlie mientras le entregaba un pequeño sobre blanco – Cedric y Edwin se están encargando de distribuirlos a los demás trabajadores, pero les pedí que me dejaran entregártelo personalmente.

Mordiéndose el interior del cachete intentando no parecer nerviosa, abrió el sobre encontrándose con una invitación dentro.

– Oh por Dios, el señor Gueller le propondrá... no lo puedo creer.

– Así es, es este sábado, espero verte por ahí

– Claro que asistiré – le aseguró contemplando de nuevo la elegante invitación – ¿Y Ava no sabe nada?

– No tiene ni idea, así que intenta mantener el secreto – le guiño el ojo.

Tam no pudo dejar de burlarse un poco de él por ello – Entonces ahora si tendrás que decirle cuñado ¿he?

– No lo creo – frunció la nariz de forma graciosa – le pedirá matrimonio, pero aún falta que mi hermanita le diga que sí.

– Oh vamos, Charlie, hay un 99.999% de probabilidades que ella acepte.

– Si, bueno, no olvides que hay un 0.0001% de probabilidades que no, cruzaré los dedos.

A pesar de las muecas y los comentarios que hacía, Tam rápidamente se dio cuenta que en realidad Charlie y el señor Gueller se llevaban bien. No podía imaginarse como era su gran jefe fuera de la oficina, recordaba que cuando lo conoció casi se orinaba encima, el hombre tenía una mirada imponente y su forma de trabajar era rápida y despiadada. Muchas veces hizo llorar a más de uno en el área contable, incluso en las primeras juntas de ella como gerente también llegó a soltar una que otra lagrimita de impotencia.

1.5) Como Relatos para Ingenieros y ArtistasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora