Capítulo 10

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Justo 3 segundos después de tocar el timbre del departamento, un joven de aspecto punk abrió la puerta y miró a Carlos como si lo estuviera evaluando.

– Tu debes ser el tipo del deportivo.

– Eh, sí, soy yo... Hola

– Hola – saludó subiendo su barbilla.

El chico se veía cómico intentando aparentar rudeza, como si la diferencia de estaturas no fuera un impedimento para golpearlo.

A Carlos rápidamente le cayó bien.

– Tú debes de ser Jerry ¿cierto?

– Jeremy para ti, aun no te has ganado decirme por mi apodo.

– Claro, me llamo Carlos Perea, si quieres puedes decirme Carlos, o Charlie, como gustes.

– Te diré tipo del deportivo, no nos conocemos lo suficiente como para tener esa confianza.

El chico parecía estar decidido a hacerle pasar un mal momento. Maldición ¿así se había visto él cuando conoció a Gueller?

Genial, pensó comenzando a frustrarse, ahora le debo una disculpa al ególatra ese.

– Entonces... ¿Está Tam?

– Tamara, si, aquí está.

Quedándose parado en la puerta, el chico continuó viéndolo, haciendo la escena más incómoda de lo que ya era.

– ¿Trabajas en la corporación Gueller? – preguntó luego de un momento más en silencio

– No, trabajo en una constructora llamada Mineros, de hecho, estoy estudiando ingeniería civil

– ¿Eres menor que mi prima?

– No, en realidad soy unos meses más grande que ella

– ¿Y apenas estas estudiando?

– Si – se sintió cohibido de repente – apenas estoy estudiando.

– Bien, última pregunta – lo volvió a mirar lentamente de arriba abajo con los ojos entrecerrados – ¿Me dejarías conducir tu auto?

Carlos esperaba cualquier cosa, como ¿Cuánto ganas? O ¿Dónde vives? Pero eso... bueno, lo dejo bastante sorprendido

– ¿Tienes licencia de conducir?

– ¿Crees que te pediría tu auto costoso sin tener licencia?

– Cierto, tienes razón, y si, uno de estos días puedo prestártelo para que des una vuelta.

El semblante del chico cambió rápidamente y una sonrisa le iluminó la cara por completo.

– Excelente respuesta Charlie, ahora pasa y ponte cómodo, Tam no tarda en salir de su cuarto.

Carlos no pudo hacer otra cosa más que reírse mientras el alivio lo embargaba. ¿Solo había necesitado prestarle el auto para hacerlo su amigo? Debió haber comenzado con eso.

Entrando a la casa, siguió al chico hasta la sala cuando se detuvo al Jeremy darse la vuelta y mirarlo con seriedad.

– Una última cosa antes de ponernos a charlar sobre ese precioso pedazo de carrocería que tienes ahí afuera.

Aceptó sintiéndose más calmado, creyendo que el chico le pediría otra cosa con referente al auto.

– No lastimes a mi prima ¿De acuerdo? Hace muchos años Tam sufrió algo que no se le desea a nadie, y perdió mucha de su confianza, ella no lo admitirá, pero se había mantenido escondida en su trabajo por eso. Si haces que vuelva a caer en lo mismo, no me importa que seas como 20 centímetros más alto que yo, te pienso romper la cara.

1.5) Como Relatos para Ingenieros y ArtistasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora