Solo somos amigas

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MARTIN

Volví al apartamento después de pasar toda la mañana junto a Juanjo. Ya era la hora de comer, así que me puse a preparar algo, suponía que mis queridas amigas estarían hambrientas. Se me hizo raro que solo estuviera Kiki, así que llamé a Ruslana por teléfono. No me lo cogió, pero yo no era de los que se rendían, así que seguí intentándolo hasta que, a la tercera llamada, me contestó.

- ¿Qué quieres, Martin?

- ¿Cuándo se supone que piensas llegar? ¿Qué andas haciendo?

- Aún me queda un rato, yo os aviso. Tengo que hablar contigo y con Kiki sobre la segunda pregunta que me has hecho.

- ¿Qué...?

- Luego hablamos, bye Pumuki – Y me colgó.

- Algún día la mataré y la enterraré en un cementerio – Escuché la risa de Kiki sonar detrás de mí.

- Esa Rus no tiene remedio, eh.

- Ni que lo digas. Me acaba de decir que quiere hablar con nosotros. Tiene que ser importante, por el tono que ha usado.

- ¿Crees que tenga que ver con los Thin? – Me encogí de hombros. La verdad, es que con Ruslana nunca se sabe qué es lo que ronda por esa cabecita.

- Ni idea, la verdad. Cambiemos de tema. ¿Por qué andas tan alegre? – La miré sonriendo de lado. Ya me lo imaginaba, pero quería que ella me lo contara.

- Bueno, Tin. Tengo que confesar que: Violeta y yo lo hemos hecho – Dijo en bajito, tanto, que casi ni lo escucho.

- ¿Hacer el qué?

- Ay, ya sabes, Tin, pues eso.

- No sé de qué hablas Keeks. Si no me dices qué es "eso" no lo voy a adivinar.

- Que hemos tenido relaciones – Volvió a decir en bajito.

- ¿Al fin habéis follado? – Vi cómo se ponía roja, y me causó mucha gracia y ternura a la vez – Pero no te sonrojes, mujer. No tiene nada de malo.

- No es eso, ya sabes que me da como cosa hablar de estos temas.

- Bueno, pero piensa que se trata de mí, corazón. Conmigo no tienes que tener vergüenza.

Me miró y, tras unos minutos en los que seguí insistiendo, me contó todo lo que había pasado con la pelirroja dos esa mañana. Cuando terminó, le di un abrazo que tanto ella como yo necesitábamos. Tenía un brillo especial en los ojos, ese que solo le salía desde hacía relativamente poco cada vez que pensaba o hablaba de la pelirroja.

- Me alegro mucho por ti, Kiki. Por vosotras, en serio. Os hacéis muy bien la una a la otra. Tenéis una relación muy linda – Tras mi comentario, le cambió la cara – Ey, ¿qué pasó?

- Pues es que ese es el problema, Tin.

- ¿A qué te refieres?

- A la relación. Hasta donde hemos hablado, solo somos amigas. Además, la última vez que hablamos sobre eso me dejó en claro que no buscaba nada con nadie.

- Bueno, pero vuestra relación ha ido cambiando todos estos días, ¿no?

- Sí, pero no sé si ella siente lo mismo que yo siento cuando estoy con ella. No sé si está en el mismo punto, ¿comprendes?

- Sí, te entiendo. Pero eso tiene fácil solución – Alzó una ceja y yo continué – Hablarlo con ella – Bufó.

- Es que, no sé, no quiero que de repente se sienta incómoda. ¿Y si no está en el mismo punto que yo y decide alejarse? No lo podría soportar, Martin.

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