Rompeolas

144 5 0
                                    

MARTIN

Llevaba todo el día junto a Juanjo, había insistido en ir a dar una vuelta para recorrer la ciudad y dar un paseo juntos. Ya eran las tres de la tarde, y seguíamos andando.

- Juanjo, ¿podemos irnos ya? Son las tres, y yo tengo que alimentarme. Te recuerdo que tengo que mantenerme sano para mi trabajo – Él enarcó una ceja.

- ¿Ah, si? Pues yo te veo bastante sano – Dijo haciéndome un repaso con una sonrisa, y yo me sonrojé.

- Ya, sí, bueno... – Negué con la cabeza – No me cambies de tema. ¿Por qué no quieres que nos vayamos?

- ¿Eh? No, no quiero que no nos vayamos, o sea... En fin, que sí, que ya nos vamos. Déjame hacer una llamada primero, ¿vale?

Se alejó y marcó un número. Yo me quedé en el mismo sitio, viendo la preciosura que tenía delante. Juanjo nos había llevado a una playa que era hermosa, y me quedé maravillado viendo el paisaje. Había pocas personas, lo que lo hacía más bonito, si es que era posible. Me perdí mirando el infinito mar, hasta que Juanjo apareció detrás de mí y me abrazó por detrás.

- Es hermoso, ¿verdad? – Asentí – Por eso te he traído. Desde que vivo en Granada, siempre vengo a este lugar, mayoritariamente por las noches, cuando siento que necesito despejarme, me da calma y tranquilidad. Y mira – Señaló unas rocas que había a nuestra izquierda – A veces, cuando no me apetece sentarme en la arena, subo arriba de esas rocas y me quedo mirando al mar.

Me quedé callado y puse mis manos alrededor de las suyas, que rodeaban mi cintura. Él apoyó su cabeza en mi hombro, y ambos cerramos los ojos, entrando en ese estado de paz y tranquilidad de la que me había hablado. Fijé mi vista en las rocas, y vi cómo una ola chocaba contra ellas.

- ¿Cómo se llamaba cuando pasa eso? – Pregunté, tenía el nombre en la punta de la lengua, pero no me salía.

- Rompeolas – Respondió en un hilo de voz.

- Es un nombre maravilloso, ¿no crees? Rompeolas, queda muy bonito.

- Hay una canción que se llama así – Cuando dijo eso, me di la vuelta, esperando que siguiera hablando sobre eso – Me la pongo, a veces. También consigue calmarme – Me dijo con una sonrisa – La canción entera es perfecta, pero hay una frase que me apasiona – Empezó a tararear la canción, hasta que llegó al estribillo – Soy como una ola, no sé cuándo pero voy a romperme. Dime si un día caigo en otra playa tú vendrías a verme – Justo al final de la frase, me miró a los ojos, y ambos sonreímos.

- Es muy bonita – Le digo mirándole con un brillo especial en los ojos. Me acerco poco a poco, esperando que él se aleje o me aleje, pero no lo hace, y mi mirada cae en sus labios, los cuales forman una adorable sonrisa. Él también me mira a los labios, y yo me acerco más.

Acortó la distancia que nos separaba, uniéndonos en un tierno beso. Nos separamos ligeramente, y volvimos a sonreír. El momento estaba siendo perfecto, juntos, en la playa, con unas vistas preciosas, pero lo más perfecto era verlo a los ojos, y ver esa sonrisa tonta que seguramente yo también tendría. Era mágico, hasta que sonó el móvil de Juanjo.

- Lo siento, tengo que cogerlo – Se alejó un poco, pero no lo suficiente, y pude oír lo que él decía – Sí, estamos en la playa, ahora vamos para allá. Sí, todo perfecto. Estamos en quince minutos – Cuelga y vuelve a dirigirse hacia mí, formando de nuevo una sonrisa.

- ¿Quién era?

- Oh, era Kiki – Pongo una mueca, sin comprender por qué lo llama a él en vez de a mí, y él encoge sus hombros – Me ha dicho que pensaba que te habías quedado sin batería.

Power of loveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora