¿Quieres ser mi novia?

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RUSLANA

Desde que la conocí no puedo parar de pensar en ella. ¿Es normal? ¿Le pasará lo mismo que a mí? He pensado en ir a buscarla a su casa, pero lo descarté. Sería raro aparecer de la nada sin ningún motivo que explique mi presencia ahí. Pero por otro lado, me muero de ganas de volverla a ver. Es la primera vez que me obsesiono tanto con alguien, y más habiendo interactuado con ella una sola vez.

También he pensado en Salma, en lo que me dijo... He tratado de quitármela de la cabeza de una vez, pero ha sido inevitable llegar a creer que sus palabras tienen su parte de ciertas. Aunque también me meto en la mente las palabras de Chiara, y entre ella y Nerea logran aparcar a Salma en mis pensamientos.

Hablé sobre Nerea con Chiara, y me dijo que quiere conocerla. ¿Sería raro ir casualmente a su casa con Chiara como acompañante? Sí, definitivamente sí. Suspiro resignada, y le doy un golpe a la mesa, justo cuando Martin llegaba a casa.

- Ey, ¿estás bien? - Dijo quitándose el abrigo y dejando las llaves en la entrada.

- Frustrada, pero eso no es ninguna novedad.

- ¿Qué ha pasado? ¿Quieres hablarlo conmigo?

- Siempre quiero hablar mis movidas contigo, Pumuki.

- Que conste que no te lo voy a contar porque no estás pasando por tu mejor momento, pero sabes de sobra que no me gusta que me llames así.

- Te pones muy cuqui cuando te haces el enfadado, ¿lo sabías? - Puso los ojos en blanco. - Pues, verás... No sé si Kiki te habrá mencionado algo, pero lo más seguro es que sí, porque a esa guiri le encanta cotillear, pero-

- Rus, al grano, por favor.

- Lo siento. Bueno, el caso es que conocí a una chica, Nerea... - Martin rio al escuchar el nombre.

- Sí, efectivamente, Kiki me ha contado algunas cosas.

- Bien, así me ahorro contar la historia completa.

- ¿Y cuál es el problema? Déjame adivinar: no paras de pensar en ella y eso te abruma.

- Wow. Tú sí que sabes, Pumuki. - Volvió a poner los ojos en blanco, pero sonriendo divertido. - Pues sí, tienes razón, pero es más que eso. Cuando la acompañé a casa, descubrí que vive prácticamente a una calle de nosotros, y bueno...

- Quieres ir a verla pero no sabes cómo sin que resulte incómodo. - Abro los ojos sorprendida por cómo mi amigo lo adivina todo sin necesidad de que se lo cuente. - Sé lo que se siente, Rus. No te sorprendas tanto, anda. Quizá podrías invitarla a uno de los bolos de Keeks. - Alzo la mirada, pensando en por qué no se me había ocurrido eso antes.

- Bueno, tienes razón, pero...

- Ya, ya. Te da cosa ir a su casa porque piensas que sería raro. Realmente, hay otras formas de comunicarse, Rus. Si tienes miedo de enfrentarla cara a cara o ir a su casa, puedes escribirle una carta.

- Venga ya. Eso sería todavía más raro, Martin.

- Claro que no. Mira, no sé cómo sea Nerea, pero si ese día no te tiró el café encima con las bromas tan pesadas que gastas, le va a parecer incluso gracioso que estés aquí pensando a mil por hora en cómo decirle que la quieres volver a ver. Así que vas, te coges una hoja y un boli, y te pones a escribirle lo que sea que quieras decirle.

Y, sin decir nada más, se levanta y me deja sola en el salón. Lo vuelvo a pensar, y creo que tiene razón. Es decir, ya de por sí me sorprendió que le hicieran gracia mis bromas, pero si hasta Martin piensa lo mismo que yo, seguramente tiene razón en eso de que le haría gracia recibir una carta mía en su buzón.

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⏰ Última actualización: 5 days ago ⏰

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