XODÓ I /Bellamy Blake/

Capítulo XXlV

ADELINE VEIA el campamento con nostalgia. Ya todos se habían retirado de el, solo ella quedaba en la entrada de este viéndolo fijamente.

Para la pelinegra fue tan paralelo la manera en la que aquel lugar se convirtió en su casa. Habían vivido ahí durante semanas, seguramente meses. Y los recuerdos acumulados, jamás podrían borrarse.

Aun recordaba el primer día en la tierra. Todo había sido felicidad.

Adeline se encontraba sentada cerca de una fogata improvisada. A su alrededor mucha gente se besaba, incluso se enrollaban con sus novios.

—Un lugar cautivador para pensar—. Bromeó Bellamy. Quien se acercaba lentamente a la chica.

Ella lo miro por unos segundos. Confirmaba totalmente que se había puesto mucho más guapo desde la última vez que lo vio.

—Algún gemido me da nuevas ideas—. Siguió con la broma. Aquello le dejo claro a Bellamy, que tenía paso libre para sentarse.

Un pequeño silencio se expandió. Como si ambos necesitaran aquel tiempo para poder analizar todo lo que estaba sucediendo. Era bastante paralelo si lo pensabas a fondo.

Adeline soltó un suspiro, queriendo volver a aquellos días. Donde su mejor amigo aún seguía a su lado, haciendo bromas, y compartiendo tiempo de calidad. O donde estaba empezando a reconocerse con Bellamy.

Un cuerpo se poso a su lado. Y algo tan simple, como su olor corporal. Le dejo bastante claro quien era.

Ambos veían la entrada de la nave. Y ambos pensaban exactamente lo mismo. Aquel lugar había presenciado como se habían enamorado lentamente. La carpa de Bellamy era su lugar más intimo, donde solían pasar mucho tiempo, hablando, teniendo sexo, o simplemente abriendo sus pensamientos mas profundos al otro. Incluso el bosque hacía acto de presencia en aquellos recuerdos.

—Volveremos—. Afirmó el pecoso. Pero Adeline no estaba segura de esas palabras.

¿Volverían ahí? ¿Volverían a quererse de la misma manera?¿volverían a conocerse?

Ya nada volvería a ser igual, de eso estaba muy segura la chica. Ese día iba a marcar un nuevo rumbo de su vida, y de eso no cabía duda.

—Tal vez— murmuró desganada. No quería irse, tampoco quería quedarse. Simplemente quería suspenderse en el aire por unos minutos. Incluso ser flotada le parecía buena idea.