El cuerpo de Jungkook permanecía en un incesante malestar. El ambiente que generaba la familia de Artem le hacía sentir que cada respiración era una lucha. No podría exagerar al decir que se ahogaba.
La madre de Artem, Yelena, estaba allí, observándolo. Si alguien le dijera que tenía más de 63 años, no lo creería. Su piel no mostraba rastro del tiempo, y sin embargo, había algo en ella, una presencia que iba más allá de lo físico, un aura que generaba miedo sin necesidad de palabras. Su simple mirada lo atravesaba, dejando una sensación opresiva.
La hermana de Artem, estaba junto a su madre, con una postura relajada pero alerta, como si esperara a que algo importante sucediera. Su expresión era calculada, sus ojos barrían la habitación con una calma desconcertante. Artem, en cambio, se mantenía serio, como si esa incomodidad que tanto afectaba a Jungkook fuera una rutina para él.
El aire en la entrada de la mansión se sentía pesado, casi palpable, como si el propio edificio estuviera impregnado de la historia de esa familia. Jeon intentó concentrarse en respirar, pero el poder que emanaba de Yelena lo hacía sentir pequeño, vulnerable, como si todo lo que hubiera conocido hasta ese momento no tuviera peso ante esa mujer y lo que representaba.
El malestar de Jungkook aumentaba con cada segundo que pasaba en esa mansión. Las paredes, altas y cubiertas de una opulencia oscura, parecían cerrarse lentamente alrededor de él. Podía sentir cómo la tensión invisible lo envolvía, alimentada por el silencio de Yelena y la quietud calculada de Agnessa. Artem, en cambio, permanecía impasible, como si estuviera acostumbrado a ese entorno que lo asfixiaba.
Yelena dio un paso adelante, su andar suave y elegante, pero con la firmeza de alguien que ha controlado a muchos durante su vida. Sus ojos, oscuros como la noche, se posaron sobre Jungkook, evaluando con una precisión escalofriante. No necesitaba decir nada; su sola presencia lo interrogaba, lo ponía al límite.
—-¿Cómo te sientes? —-preguntó finalmente Yelena, con una voz que, aunque suave, llevaba un peso inmenso detrás de cada palabra-—.
Jungkook intentó hablar, pero la garganta se le secó. Apenas pudo articular un sonido antes de carraspear y obligarse a responder.
-—Estoy bien -—mintió, intentando mantener la compostura, aunque sabía que no podía engañarla. Nadie en esa familia era fácil de engañar—-.
Agnessa soltó una risa suave, casi inaudible, mientras observaba la interacción entre su madre y Jungkook. Parecía disfrutar del incómodo espectáculo. Artem permanecía en silencio, mirando de reojo a Jungkook. Jeon no podía entender aquellas miradas, tampoco el signi tras ellas.
El ambiente seguía siendo denso, cada vez más opresivo. La entrada de la mansión, tan grande y majestuosa, de repente parecía una prisión para Jungkook.
La mano de Yelena, se deslizó suavemente por la mejilla de Jungkook, tocando el lugar donde su única hija había dejado su marca. Sus ojos, oscuros, se movieron hacia su hija con una desaprobación tan penetrante que Agnessa bajó la cabeza, pero no lo suficiente como para parecer sumisa. La mujer, sin embargo, no se dejó engañar por el aparente arrepentimiento de la chica.
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𝙿𝙰𝚂𝙸𝙾𝙽 | 𝙹𝙴𝙾𝙽 𝙹𝚄𝙽𝙶𝙺𝙾𝙾𝙺
Fanfiction•*¨*•.¸¸☆*・゚🍏゚・*☆¸¸.•*¨*• Solo Dios sabrá el pecado que tu piel me hace cometer, la 𝚙𝚊𝚜𝚒ó𝚗 que tu cuerpo me hace sentir, la excitación que tu propio ser me inunda. Estoy tan malditamente jodido, deseo con todo mi ser adorar cada centímet...