11. Noche de gala

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La noche ya cubría el cielo de Krimson Hill, nubes de tormenta se divisaban en el horizonte, y Vincent Hardy ajustaba el moño del smoking que había desempolvado y llevado a la lavandería express de su barrio durante la tarde

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La noche ya cubría el cielo de Krimson Hill, nubes de tormenta se divisaban en el horizonte, y Vincent Hardy ajustaba el moño del smoking que había desempolvado y llevado a la lavandería express de su barrio durante la tarde. Su pelo, aún largo, había sido peinado con un cuidado inexistente durante el último año y medio, y su barba, aún presente, había sido recortada prolijamente para asemejarse más a una barba de dos semanas que a una de dos meses.

—¿Podemos recapitular para ver si entendí todo bien? —preguntó Rebecca sentada en el sillón a sus espaldas con una botella de cerveza en la mano—. Resulta que no eres un huérfano pobre de los barrios bajos de Krimson Hill, sino que eres el heredero de una empresa multimillonaria y tu padre apareció repentinamente para invitarte a su imperio... ¿Esa no es la trama de El Diario de la Princesa?

—Es un poco más complicado qué eso...

—Y cómo olvidar a tu nuevo medio hermano, el que te invita a su cena de gala, ¿sabes que la gente dona dinero en esas cosas? ¿ya pensaste qué vas a decir cuando se acerquen a pedirte una donación? ¿Les vas a decir que te dejaste la chequera en tu otra mansión?

—Confío en que sus narices puedan detectar que mi perfume es de imitación y me dejen en paz .—Dándole los últimos ajustes a su atuendo, Vincent se giró para ver a Rebecca—. ¿Y bien?

Rebecca que tenía la mirada fija en el suelo mientras intentaba procesar toda la información que Vincent le había dado en el espacio de la última hora, alzó la vista para volver a observarlo, dio un sorbo a su cerveza y lo escaneó de arriba a abajo.

—¿Cómo mierda pasas un año arruinando tu cuerpo y aún así logras entrar en el smoking?

—Tengo un buen metabolismo.

De repente, el teléfono de la comandante comenzó a sonar y al mirar la pantalla, su rostro pasó del terror, a la frustración y luego aterrizó en una profunda tristeza y decepción al tiempo que daba un largo trago a la botella casi vacía.

—¿Pasó algo? —inquirió Vincent.

—La cagué, de nuevo, para variar —dijo ella mientras se tiraba resignada en el sillón—. Tenía una cita con Karen, la olvidé...

—Tranquila, dile que tenía que darte una información nueva sobre el caso y por eso te demoraste, que su ira caiga en mí.

—La cita era hace dos horas, ella ya está en casa —replicó Rebecca mordiéndose el labio con bronca—. Me pidió que busque otro lugar para quedarme esta noche.

—Mierda, Beck, lo lamento.

—No lo lamentes, ella tiene razón, no es la primera cita que me pierdo. Desde que todo esto empezó yo no he sido... suficiente.

Por primera vez en mucho tiempo, Vincent vio los ojos de Rebecca ponerse vidriosos. Estaba a punto de acercarse a ella, tratar de transmitirle algún tipo de paz, cuando un bocinazo de la calle le anunció que su transporte había llegado a buscarlo.

Krimson Hill: Ciudad de MentirasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora