Con extrema dificultad, Mirlo terminó de subir la escalera de incendios que le dio acceso al tejado vacío de uno de los tantos edificios abandonados de Silent Side. Estaba abatido, y aunque sentía que sus piernas le quemaban por el esfuerzo, arrastró sus pies hasta la pequeña estructura que daba acceso a las escaleras internas del edificio, se apoyó contra la pared de viejo ladrillo y se deslizó hasta el suelo, le dolía en cada parte del cuerpo.
Su respiración era entrecortada y su pulso acelerado. Era de esperarse: acababa de tener una intensa pelea contra tres miembros de The Prodigies, una de las bandas que intentaban hacerse con el control de Silent Side. La pista que obtuvo el día anterior al interrogar a un grupo de chicos que vendían heroína en la zona rindió frutos, y ahora la policía se dirigía a detener a tres miembros de la banda, que operaban como caudillos en la zona, pero que aquel día se reunían para hacer un recuento de la mercancía vendida y el dinero recaudado en la semana antes de llevárselo a sus jefes.
Mirlo interrumpió la reunión, pero no salió como esperaba. Contaba con poder interrogar a alguno de ellos, sacarles más información sobre la organización y tratar de identificar un próximo objetivo, pero se vio superado, y su infiltración inicial terminó convertida en una sangrienta lucha por la supervivencia, que ganó a duras penas cuando todos los delincuentes quedaron inconscientes en el suelo. Dio un aviso anónimo a la policía antes de retirarse cojeando del lugar y dirigirse a su actual lugar de reposo.
Recién cuando controló un poco su respiración fue que notó el sabor de la sangre en su boca. No identificaba si provenía de su nariz o de algún corte interno. Poco importaba, lo más probable era que ambos lugares estuvieran sangrando. Decir que no estaba acostumbrado al ritmo de vida de un "superhéroe" habría sido una subestimación de la situación, pero se había convencido de que llegaría a acostumbrarse, por lo menos, si no moría primero.
Sumaba otro encuentro cercano con la muerte, así lo atestiguaba el disparo incrustado en la placa blindada que protegía su pecho. Se preguntó si tendría alguna costilla rota, no sería una locura suponerlo, le dolía como mil demonios. Tendría que bajar el ritmo, esconderse por unos días para que sus heridas sanaran, tendría que...
Sus ojos se entrecerraron y no pudo evitar cabecear. No. No podía dormirse. Tenía que mantenerse despierto, mantenerse en movimiento, tenía que seguir adelante. No podía dejar que ella lo alcanzara, no esa noche. Aunque allí, en ese tejado, sintiendo el frío rozar las partes recubiertas de su rostro y el viento aullar con cada soplido, sentía su presencia particularmente cerca, llamándolo, invitándolo, tentándolo.
Desde que se puso el traje, él y la señora muerte parecían estar enfrascados en una seductora danza, casi como cortejándose mutuamente, acercándose, mirándose a los ojos y separándose, pero quedando más y más cerca con cada encuentro. ¿Cuánto tiempo podría mantenerlo así? ¿Cuánto tardaría en caer en sus brazos? ¿En entregarse a ella y dejarse llevar? Se preguntó si todos los héroes alrededor del planeta se hacían esas mismas preguntas, si todos se detenían en la noche a preguntarse si era la última vez que sentirían frío, que podrían ver la luna o pensarían en sus seres queridos. No se imaginaba a Renegado, por ejemplo, hacer nada de eso. No, el héroe de San Francisco se le antojaba menos contemplativo. Tal vez era algo que vendría con la experiencia, o al menos eso esperaba.
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Krimson Hill: Ciudad de Mentiras
ActionUna sombra del pasado. Una nueva amenaza. Un héroe roto. *** Tras los eventos ocurridos en su enfrentamiento contra la Sociedad Oscura, y culpándose p...