5. Cuando cae el sol (I)

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—¡Bajo ningún concepto! —exclamó Rebecca, con la mirada sobre los dos detectives frente a ella como si hubieran perdido por completo la razón

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—¡Bajo ningún concepto! —exclamó Rebecca, con la mirada sobre los dos detectives frente a ella como si hubieran perdido por completo la razón.

—Me pediste que ayude con el caso, y ahora que tengo una pista sólida, ¿no vas a pedir una orden para revisar los muelles? —protestó Vincent.

—¿Tienes evidencia sólida que justifique una orden frente a los jueces? —interrogó la comandante, que ya sabía la respuesta. Vincent permaneció en silencio—. Lo que tienes es un cuento de un informante, del cual no puedes darme el nombre ni información sobre cómo está conectado al caso, y me pides que confíe en tu palabra de que esta información es legítima y no va a terminar en los inversores privados del puerto metiéndonos una demanda que podría costarle millones a la ciudad.

—¿No confías en mi palabra? —retrucó Vincent.

—Esta discusión no se trata de esto y lo sabes muy bien. Se trata de que hagas tu maldito trabajo acorde a las reglas. Y tú... —aseveró de repente Rebecca, dirigiendo una mirada asesina a Charles, que sintió una repentina oleada de calor y temió desmayarse en ese mismo instante—. ¿Lo dejaste venir a mi oficina con esta idea estúpida?

—En su defensa... el dato es sólido, puedo confirmarlo —respondió el joven detective, en un esfuerzo sobrehumano para que su voz no se quebrara.

—¿Vas a decirme de dónde lo sacó? —El silencio en la sala tan solo sirvió para resaltar aún más la tensión entre sus ocupantes, y Rebecca terminó por lanzar un suspiro de frustración—. Charles, déjanos la oficina.

Sin chistar, el joven abandonó la sala y, de nuevo, Vincent y Rebecca quedaron cara a cara en la oficina, en lo que ya percibían que se iba a volver una costumbre.

—Thomas Davis te dio esta información, ¿verdad? —Vincent casi pareció sorprendido por la pregunta de la comandante—. Fui yo la que quedó cuidando The Shelter luego de que desapareciste, ¿sabes? Desde una posición más... anónima que apareciéndoles en el tejado vestida de spandex, pero ayudo en lo que puedo.

—Si sabes que Tom me dio la información, sabes que es confiable.

—Por supuesto que lo sé. También sé que ningún juez va a firmar la orden de allanamiento sin que le demos el nombre del informante y le expliquemos cómo conoce lo que está ocurriendo en el puerto.

—Vamos, Beck, solíamos doblar las reglas todo el tiempo, ¿por qué no hoy?

—Estuviste aquí los meses luego de la caída de Los Profetas, sabes que Asuntos Internos están a la espera para destruir a cualquier oficial, de cualquier rango, que "doble las reglas", y eso es exactamente lo que esperaría de ellos, es su trabajo, pero si descubren que estoy haciendo eso, no es solo mi trabajo, el tuyo y el de Charles en la línea. La mierda podría salpicar incluso a Farrington y no voy a dañar sus chances en un año electoral.

Krimson Hill: Ciudad de MentirasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora