18. Cae el telón (I)

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Las luces del estudio se encendieron y bañaron en su brillo a Dylan Morrison, que tomaba el centro del estudio de televisión, acompañado por los aplausos del público y la voz en off que daba la bienvenida a los televidentes que sintonizaban desde ...

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Las luces del estudio se encendieron y bañaron en su brillo a Dylan Morrison, que tomaba el centro del estudio de televisión, acompañado por los aplausos del público y la voz en off que daba la bienvenida a los televidentes que sintonizaban desde su casa. La rutina era la misma noche tras noche durante los últimos quince años, y él y su equipo la perfeccionaron al máximo, convirtiéndose en el segundo Talk Show más importante de Inglaterra, y ubicándose en el top diez del mundo.

Dylan amaba su trabajo, y su público lo amaba a él. ¿Cómo no hacerlo? Era carismático, atrevido, inteligente, contaba con una sonrisa perfecta y cautivadora que sabía utilizar para encantar a sus entrevistados y a la audiencia por igual.

Entre aplausos, vítores y la alegre música jazz que la banda en vivo tocaba, giró sobre su eje para lucir el hermoso traje de azul que eligió para la ocasión, y cerró con una reverencia a su fiel público antes de que el clamor se calmara y tomara el micrófono posado frente a él. Por lo general, desarrollaba su programa sentado en un escritorio, y los primeros minutos del mismo consistían en informar a los televidentes que recién sintonizaban el programa sobre los invitados y los temas de la velada, pero no aquella noche. Aquella noche era especial, y se sentía en el aire.

Les costó bastante trabajo, pero su equipo logró convencer a los candidatos por el ayuntamiento de Krimson Hill que tuvieran el debate en su programa, en la cadena local, en lugar del de la BBC, como solía ocurrir. Después de todo, Krimson Hill era la segunda ciudad más importante de Inglaterra, y desde su alcaldía, el camino al parlamento y la gran silla en el diez de Downing Street era de tan solo algunos pasos, de forma que la mayoría de los candidatos querían obtener toda la exposición posible durante su campaña. Pero lo lograron, y Dylan no podía estar más feliz. Sus manos acariciaron el micrófono, dirigió una mirada a la derecha, luego a la izquierda, inhaló con disimulo y en su cabeza se dijo: «comienza el show».

—Buenas noches, Krimson Hill, y buenas noches, Inglaterra, ¿cómo nos sentimos hoy? Bienvenidos a una edición especial de A conversation with... —El anfitrión se tomó un segundo y apuntó su micrófono al público, que gritó su nombre con emoción—. Esta noche tenemos un programa algo distinto. La carrera por la alcaldía de Krimson Hill está en su punto más alto, y es mi compromiso, y el de todo este programa, brindarles a ustedes un acercamiento directo a los candidatos, que los conozcan y puedan ejercer su derecho al voto con la mejor información posible. Es por eso que es mi placer presentarles al primer invitado de esta noche. Quiero escuchar un fuerte aplauso para el actual comisionado, ¡Johnatan Farrington, candidato por el Partido Laborista!

John se adentró al plató con todas las luces apuntándole en su trayecto, y saludó con la mejor sonrisa posible al público. Se le notaba incómodo, tenso. No estaba acostumbrado a ese tipo de espectáculos, por no decir que los aborrecía, y, sin embargo, reconocía la importancia de mostrarse en ellos. Cuando la olvidaba, Sonya, su esposa, se apresuraba a recordárselo. Ella era el motivo por el que hacía todo eso, ella.... y Brandon, su difunto hijo, su más grande falla. Un recuerdo del chico riendo en un viaje de pesca asaltó su mente durante un segundo, hasta que el reflector volvió a apuntarle directo a la cara, y lo trajo una vez más al momento en que se encontraba.

Krimson Hill: Ciudad de MentirasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora