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—VALE, tú haces guardia por si nos pilla alguien, ¿vale? —John B señaló al rubio.

—¿Por qué yo?

—Porque tú no vienes. —Mara se llevó una mano a la cabeza.

—¿Pero por qué?

—JJ eres una variable independiente, nunca sabemos qué vas a hacer.

—¿Qué hablas?

—Es la verdad tío. —Mara sen encogió de hombros alzando las cejas, JJ le volvió a responder comenzando a discutir.

—¡Callaos, callaos! Mara te quedas y vigilas con JJ, Kie, Pope y yo subimos. Si nos separamos nos vemos en su casa.

—Guay... —Kiara apretó los labios.

—Genial... —La ojiverde miró al cielo y le dio una patada a una piedra.

El rubio empezó a dar toques con una piedra como si de un balón de fútbol se tratase, Mara se llevó las manos a la cadera apoyándose en un árbol.

—¿Preferirías ser inmortal o poder volar? Yo la verdad que —El chico fue interrumpido.

—¿Te quieres callar ya?

Tiempo después, Mara jugaba dándole toques a la misma piedra de antes junto con JJ ambos hablaban sobre aquella fiesta de kooks.

—¿Al final vas a ir? —Preguntó el rubio con cierta duda aún.

—Claro que no. —JJ esbozó una sonrisa pequeña ante la respuesta de Mara—. Son un rollo y la peña es aburrida. Aparte es en casa de Topper y paso.

Antes de poder seguir hablando, una sirena de policía se escuchó a lo lejos, los habían pillado.

—¡Mierda!

Los dos corrieron hasta la furgoneta, poniéndola en marcha cuanto antes, Mara iba de copiloto mientras que JJ aceleraba lo que más podía.

—Vale tío esto se ha salido de control. A tu casa ya. —Mara se quitó el pelo de la cara.

—¿A mí casa? —el rubio frunció el ceño mientras conducía—. ¿Por qué a mi casa?

—Da igual, vayamos a la mía. Esperaremos allí. —La castaña apoyó su brazo en la puerta y dejó que JJ condujera por un tiempo hasta llegar al destino.

Mara agradecía que su padre seguía en el trabajo y que su madre había ido a una exposición de obras lejos de la isla y que llegaría tarde.

La ojiverde abrió la puerta, recibiendo allí a su perro Champ, éste movía la cola feliz, aunque al ver a JJ se abalanzó hacia él. Recibiendo caricias.

—¿Tienes hambre? —Mara abrió la nevera y frunció un poco el ceño buscando algo.

—La duda ofende, querida. —el rubio se acercó a la cocina y al encontrar un chorizo le dio un bocado sin pensarlo dos veces, la chica le dio un manotazo—. ¿¡Qué!?

𝐌𝐀𝐑𝐁𝐋𝐄 𝐄𝐘𝐄𝐒 || JJ MaybankDonde viven las historias. Descúbrelo ahora