Por qué ese día en que 𝗖𝗵𝗼𝗶 𝗬𝘂𝗻𝗮 olvidó su cuaderno en la biblioteca, no sería una coincidencia, ni tampoco ver al hombre de hoyuelos que se volvería el control del actuar de su cuerpo.
Y mientras se avecinaba la avalancha de contratiempo...
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Kim Namjoon
Tomé su mano, viéndola con atención. Era verdad lo que decía, le gustaba llevar las uñas largas y bien arregladas, siempre lo noté. Aunque, a veces por su oficio de cerámica o escultura, prefiere que estén cortas. Le di un beso en su mano, para poder ver como miraba un álbum de fotos que había en esta casa sobre el lugar.
No tenía la obligación de venir a este lugar, solo había sido la persona que financio este proyecto universitario, con la mayor ayuda, según escuché. Pero, sentí la necesidad de venir, en parte para ver como trabajaban todos los estudiantes, y para despejarme. Ciertamente, no tenía conocimiento de que se trataba del centro donde estudia Yuna, mucho menos que me la podría encontrar aquí.
Quedé casi perplejo viéndola, que por desgracia me hizo memoria a las palabras de mi padre. No quería pensar en eso, por más que prometió enviar pruebas de sus falsas acusaciones, tenía curiosidad por saber que se proponía.
Acaricie su espalda desnuda, viendo también lo largo y negro que tenía su cabello. Le creció bastante rápido, o el tiempo ha pasado volando. Recuerdo cuando lo tenía de un castaño bonito. Me senté, al igual que ella, que apreciaba una foto en específico.
En camino a aquí, tomé la decisión de lo que haré. Me mudaré a Seúl por cierto tiempo. Regresaré seguramente a Australia para arreglar ciertas cosas, puesto que no estaba en mis planes tardar tanto. En mi estadía aquí, servirá para que Yuna acabe su carrera, y cuándo me sienta más que seguro, la convenceré a que se mude conmigo a Australia, si acepta, estoy dispuesto a pedirle matrimonio. Estos son mis planes, y viéndola ahora aquí, no puedo estar más seguro.
Tenía a la vista su frente y su flequillo un poco despeinado, daba gracia sabiendo lo estricta que es porque esos pocos cabellos se vean bien.
—Sabes —Me miró—, mañana estaremos haciendo muchas cosas, no creo que nos podamos ver.
—No te preocupes, seguramente en algo coincidiremos.
Dejó el álbum a un lado, y se acomodó viéndome mejor.
—Por el mediodía, antes de la comida, seré una de las maestras del taller de cerámica. Si quieres, puedes venir a verme.
—¿Quieres que vaya a verte? ¿Me enseñarás así como en la película Ghost mientras suena Unchained Melody?
Me miró aguantando las ganas de reír, pero soltó una carcajada.
—En primer lugar, vaya pronunciación tienes del inglés. Y segundo, ¿has visto esa película?
Asentí, con orgullo.
—Para poder aprender mejor, creo que será mejor que yo sea la chica, y tú detrás de mí para que yo sepa mover mejor mis manos.
—¿Estás loco? Sería imposible por lo grande que eres tú.
Reí viendo su sonrisa, quería parecer serio, pero no pude.