La noche le da una gélida bienvenida cuando se abre paso a través del pesado portón, las estrellas brillan en lo más alto del oscuro cielo, el silencio sepulcral y la calma de la madrugada poco encajan con la inquietud que él experimenta en su interior, muerto de miedo por lo que pueda suceder. Un escalofrío recorre su espalda por completo, no sabe bien si es a causa del frío del exterior o del pánico, pero se obliga a echar a correr, siguiendo un rastro inexistente de Benjicot.
Se adentra entre los árboles, sin saber bien hacia dónde marchar o si será capaz de regresar a su hogar más tarde. Sin importarle el sueño de aquellos a su alrededor comienza a gritar una y otra vez el nombre de su hermano, sin recibir ni una sola respuesta. Esto no es lo más sensato y él puede percibirlo, debería haber dejado a Benjicot sólo, y esperar a que él regresara por sus propios pies y voluntad a casa, y tratar de hablar con él con más calma. Pero la incertidumbre que le dice que algo terrible puede llegar a ocurrirle a su hermano si lo deja a sus anchas, que puede tener la idea más estúpida y terminar herido lo inquietan sobremanera. Si algo malo le sucediera a su hermanito, sería su culpa, no podría vivir con ello incluso estando al lado de Aeron, quien con su sola mirada lo tranquiliza de todo, que le promete un edén, una vida de ensueño. Nada de eso podría importarle si Benjicot tuviera un porvenir fatídico.
Trata de gritar aquel nombre una vez más, pero su voz no sale, se queda obstruida en su garganta, sólo dejando salir un susurro tembloroso, que no podría ser escuchado por nadie más que él, aunque es un tono tan bajo que incluso él mismo duda. Se obliga a detenerse, se apoya en sus rodillas y trata de respirar profundamente, buscando fuerzas incluso donde no cree poder encontrarlas, se aclara la garganta donde un grave ardor se concentra y le indica que puede convertirse en algo más grave, puede que gracias a aquello se quede sin voz por varios días. No le importa para nada. Se encuentra a la vera de uno de los muchos ríos que recorren la zona, aunque no es capaz de reconocer donde está parado con exactitud. Comienza a vagar por los alrededores, buscando a su pequeño y salvaje hermano, que no ha tenido una mejor idea que huir, esfumarse en medio de la madrugada con sólo sus finas ropas de dormir, debe estar helado.
Sin poder augurar aquello, las amargas lágrimas comienzan a recorrer sus mejillas, manchando sus ropas. La desesperación de no saber qué hacer, dónde buscar, qué puede pasar es demasiada para él. Quiere marcharse de este lugar y comenzar desde cero con Aeron, es aquello lo que siempre ha anhelado, con lo que ha fantaseado desde hace años, está a un paso de lograrlo. Pero no quiere que Benjicot lo odie, quizá no tienen una hermandad inquebrantable como los hermanos Velaryon, son demasiado distintos entre sí, no son capaces de comprender al otro pese a haber pasado por lo mismo. Son dos caras completamente distintas de una misma moneda, dos caras reacias a reconocerse entre sí como iguales, parte de lo mismo. Y pese a eso, Davos lo ama, es su hermanito, aún recuerda cuando acariciaba el vientre de su madre esperando que Benjicot "hablara" con él, inventaba nombres para su nuevo amigo, la primera vez que lo tuvo en sus brazos pensó en lo aburrido que sería jugar con alguien tan diminuto como aquel recién nacido, pero la emoción de por fin tener a alguien más allá de Alysanne quien le hiciera compañía fue mucho mayor, mil veces mayor. Recuerda que, cuando este creció, ansiaba su admiración, que sus ojos azules brillaran con fascinación, que se sintiera orgulloso de llamarlo su hermano mayor. Si algo le pasara a Benjicot, no marcharía a ningún sitio, se quedaría a su lado pese a que este lo odie.
Camina sin rumbo, puede ver el hogar de los Bracken alzándose imponente entre nubes, lo que lo sorprende de más es el ver una luz en medio de toda la oscuridad, proveniendo desde la habitación en la que ha estado hace apenas un rato. Al parecer Aeron también tiene que dar explicaciones.
[...]
El sol comienza a asomarse, los tonos anaranjados surcan los cielos, dando comienzo a un nuevo día. El amanecer es algo espectacular, siempre lo ha sido, y aún así, Davos no es capaz de admirarlo por mucho que le agradaría. Sigue sin encontrar a Benjicot y eso tan sólo es capaz de soliviantar aún más su creciente preocupación, sus pies aúllan adoloridos con cada paso, han sido demasiadas horas de caminata inútiles, sin resultados y cree que en cualquier momento desfallecerá a causa del cansancio. En sus ojos, las lágrimas siguen ahí, acumuladas y listas para salir a la luz en cualquier instante. Decide que es hora de regresar a casa, él ha hecho todo lo que ha podido, ha buscado por todas partes sin éxito. Sólo los Dioses sabrán qué habrá sido de su hermano, tan sólo puede orar porque no haya sido algo tan terrible.
Camina, arrastrando los pies y repleto de desasosiego, mas trata de mantener una creciente fe en su interior. Benjicot no tiene porqué haber pasado por algo malo. Es un niño de apenas trece días del nombre, sin embargo, es la persona más capaz de defenderse que ha conocido nunca, es alguien indomable que no tendrá reparos en darle un buen escarmiento a quien ose tratar de lastimarlo. Pero como hermano mayor, no puede evitar ver a un niño indefenso en el menor, lo imagina en medio de los árboles, azarado, sin saber cómo regresar a casa y odiándolo con todas sus fuerzas por aquello que le dijo la madrugada anterior. Y siente que cualquier cosa que pueda suceder, será su culpa.
Regresa tras tantas horas fuera, su madre luce verdaderamente preocupada, sobre todo por Benjicot, quien pese a todo es el niño de sus ojos, su bebé. Le gustaría decirle que su "bebé" ha huido por su propia cuenta en la madrugada, tal y como él quiere hacer. Mas se mantiene en silencio, permitiendo que los belfos de su progenitora se posen una y otra vez en sus mejillas, dejando maternales y sonoros besos. En el fondo, los necesita.
Davos es sometido a todo un interrogatorio del cual logra salir victorioso entre verdades a medias y explicaciones vacías. Ahora saben que, por una razón de lo más tonta, Benjicot y él discutieron durante la madrugada y que su temperamental hermano huyó. Así de simple.Todos creen en sus palabras, excepto Alysanne. Ella sabe todo de todos ellos.
En los pasillos, lo acorrala y lo arrastra hasta sus aposentos.—Cuéntame la verdadera historia.
—¿De qué hablas?—ella lo observa, insistiendo con su sola mirada. A Davos no le queda más remedio que dejar de fingir de una buena vez.—Le conté lo de Aeron. Mis intenciones de huir con él. No lo tomó bien.
—Es difícil para él, lo entiendo.
—El odio por los Bracken lo corroe, la familia lo ha corrompido con años de malos comentarios hacia aquella familia. Él no quiere admitir que yo me he enamorado de uno de ellos, que me quiero ir de este patético lugar junto a mi verdadero amor.
—¿De veras crees que ese es el motivo?
—Por supuesto, ¿qué otros motivos puede haber para una reacción así? tan sólo el odio es tan fuerte.
—¿No has pensado en que, quizá, lo que verdaderamente le molesta es perder a su único hermano? ni siquiera diría que le molesta, más bien le asusta.
—No puede ser. A Benjicot no le importo tanto.
—Ves a tu hermano como alguien sin sentimientos por la forma en la que actúa en los entrenamientos.—replica ella, con voz tranquilizadora.—Pero sigue siendo apenas un adolescente, no conoce nada más allá de este lugar, de esta familia. Y un cambio tan brusco como que su hermano se vaya sin más, sin tener la certeza de cuándo volverá a verlo, es algo fuerte para él.
—Yo no quería que pasara esto. Estoy muerto de miedo por él, si algo le sucedería no me lo perdonaría jamás.
—Lo sé.
—He buscado por todos lados, y parece haberse esfumado. Quizá me vio y decidió huir de mí.
—¿Y lo culpas por eso?
—No, él no tiene la culpa de nada.
[...]
Horas después, Benjicot se muestra por fin en Raventree Hall. Con rasguños en su rostro, las prendas manchadas de barro y los ojos vidriosos, Davos se muere de ganas de preguntar qué ha pasado durante todas las horas en las que ha estado desaparecido, si ha vuelto por necesidad o porque lo ha perdonado.
Benjicot por primera vez, agacha la cabeza, como un pequeño animal espantado. Y Davos no puede evitar pensar que parece aún más joven de ese modo, y eso le rompe el corazón, él ha provocado toda esta situación.Benjicot pasa por su lado, sin apenas mirarlo, parece que no tiene ganas de hablar con nadie sobre lo ocurrido, y mucho menos con él. Mas a Davos no puede importarle menos, necesita hablar con él, arreglar las cosas. Por lo tanto, sin importarle nada más, lo sigue. Una charla entre ellos es más que urgente.
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Enredador | Davron
FanfictionDonde Davos Blackwood es un niño de lo más enredador, y todo lo que ansía es llamar la atención del pequeño Aeron Bracken. O donde Davos comete una nueva travesura y esta vez enreda a Bracken y lo hace sufrir las consecuencias junto a él.