I'm A Pirate You're A Princess (Hook × Bridget)

Prólogo: Wonderland

"Encontramos el país de las maravillas

Tú y yo nos perdimos en ello

Y fingimos que podía durar para siempre"
Taylor Swift - Wonderland

El jardín del castillo estaba más silencioso de lo habitual aquella tarde. El aire fresco agitaba suavemente las flores, pero ninguna de ellas podía compararse con la delicadeza de su sonrisa. Bridget, la Reina de Corazones, caminaba entre las flores, y aunque el mundo la conocía por su ternura, la escena que presencié me reveló algo más. La vi inclinarse, con esa gracia que siempre la envolvía, solo para destrozar los pétalos de una rosa blanca. Ese maldito símbolo de pureza. Lo odiaba. Lo veía en sus ojos. 

Nadie sabía lo que yo había descubierto. Nadie más veía las grietas bajo su corona.

Bridget creció creyendo que el amor y la bondad podían ser las respuestas a todo. ¡Qué ingenua! Siempre intentaba hacer amigos, siempre intentaba ser buena. Pero este maldito mundo no es lugar para corazones puros. Yo lo sé, lo he vivido. Y ella, aunque aún no lo aceptaba del todo, lo estaba aprendiendo a su manera. La gente la rodeaba, sonriendo con falsedad, mientras esas cicatrices invisibles —esas que solo yo parecía notar— se abrían cada vez más profundas.

Recuerdo el día en que todo cambió. Bridget, la chica dulce que una vez había sido, aún no entendía la lección más cruel: no todos los corazones son como el suyo. Y fue alguien, o más bien algo, lo que finalmente rompió esa inocencia. Desde entonces, princesa que sus amigos adoraban comenzó a desvanecerse, dejando paso a una figura mucho más oscura, mucho más temida.

Yo lo vi todo. Siempre observaba, desde las sombras, como buen pirata. Mi vida era el caos, la libertad de los mares, sin ataduras, sin compromisos... hasta que apareció ella. Bridget, con su dulzura inesperada, me desarmó de una forma que ni siquiera una espada podría. Algo en mí quería mantenerme alejado, como siempre hacía. Pero algo más, algo que nunca había sentido antes, me empujaba a protegerla. Incluso de sí misma.

El día que su corazón finalmente se rompió, lo supe. Conquistarla sería lo de menos. Mi verdadero desafío sería salvarla de esa oscuridad que ahora la consumía.

Y ahora, mientras el sol se ocultaba tras el horizonte, sentía que una nueva era estaba por comenzar. Bridget ya no era la princesa alegre que conocí. Y en ese vacío, en esa transformación, no podía evitar preguntarme si alguna vez sería capaz de recuperar a la chica que había aprendio a amar.

Porque ahora, ella no solo era una reina... ahora, era una fuerza que el mundo temía. Y yo, por primera vez en mi vida, temía volver a perderla para siempre.