I'm A Pirate You're A Princess (Hook × Bridget)

Capítulo 24: Wonderland

"¿Quién necesita amor verdadero mientras me ames de verdad?
Lo quiero todo, pero te quiero más.
¿Me despertarás muchacho si muerdo tu manzana venenosa?
no creo en los cuentos de hadas
Pero creo en ti y en mí
Llévame al país de las maravillas"
Natalia Kills - Wonderland

Hook:

El barco atracó en la costa del País de las Maravillas justo cuando el sol comenzaba a desaparecer entre nubes extrañamente moradas. Bridget caminaba a mi lado, guiándonos por senderos imposibles, con ese aire sereno que siempre le rodeaba, pero yo no podía dejar de notar la forma en que se apoyaba un poco más de lo habitual en mi brazo. 

Morgie y Maléfica intercambiaban miradas de asombro. No era para menos; todo a nuestro alrededor parecía salido de un sueño mal contado. Árboles cuyas ramas se retorcían como si bailaran, caminos que se bifurcaban hacia ninguna parte y criaturas que se esfumaban al cruzar la mirada con nosotros. Maldita sea, hasta yo me sentía como si el suelo pudiera deshacerse bajo mis pies en cualquier momento. 

Pero mi preocupación estaba con Bridget. A cada paso que daba, su respiración se volvía más pesada. 

—¿Quieres que te cargue? —le susurré, inclinándome hacia ella. 

Bridget sacudió la cabeza rápidamente, su cabello ondulando con suavidad. 

—No es nada, de verdad —respondió, aunque la tensión en su rostro decía otra cosa. 

Cerré los puños, tratando de no recordarle la noche anterior. Sabía que había pasado un límite, que tal vez debería haber sido más fuerte. ¿Se arrepentiría de lo que había ocurrido? La sola idea me carcomía. ¿Estaría molesta conmigo? ¿Pensaría que fui un bruto? Recordé los chupetones que le había dejado en el cuello y no pude evitar pensar en lo que diría el Rey de Corazones si los notaba. Maldita sea, Maléfica tenía razón; no me había contenido ni un poco. 

—Esto... ¿siempre es así? —preguntó Morgie, mirando alrededor con fascinación mientras un conejo gigante saltaba a través de un arbusto de flores que susurraban entre ellas. 

—No. Esto es un día tranquilo —respondió Bridget, sonriendo suavemente. 

De pronto, un muchacho pelirrojo con un sombrero enorme apareció de la nada. Su ropa era un caos de colores, patrones y telas. Apenas vio a Bridget, corrió hacia ella y la envolvió en un abrazo efusivo. 

—¡Princesa! ¡Qué bueno que volviste! Sigues tan bonita como el día que te fuiste. 

El abrazo se prolongó más de lo que me gustó, y una corriente de celos subió por mi pecho. Mis dedos se crisparon, luchando contra el impulso de arrastrarlo lejos de ella. Pero Bridget correspondió al abrazo, sonriendo con afecto. 

—Te extrañé, Sombrerero —dijo, con un tono más cálido del que había usado conmigo en toda la maldita mañana. 

El Sombrerero me lanzó una mirada rápida, y luego esa sonrisa burlona apareció en su rostro. 

—Veo que tuvieron un buen viaje. Pero, princesa, más vale que tu padre no vea las marcas en ambos. Podría comenzar a atar cabos, ¿sabes? 

Bridget y yo nos congelamos, nuestras mejillas ardiendo al unísono. Maléfica y Morgie no perdieron la oportunidad de reírse, casi ahogándose de la diversión. 

—¿Tienes chupetones, Hook? —se burló Maléfica, riendo abiertamente. 

—Cállate —gruñí entre dientes, sintiendo cómo mi cuello ardía bajo sus miradas.