Luces apagadas (2/2)

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El ritmo lo marcaba Karime, no muy lento, pero tampoco demasiado rápido, simplemente a la velocidad adecuada que les permitiera fluir con naturaleza. Sin embargo, los movimientos de Gala se sentían rígidos, como si le estuviese costando trabajo concentrarse en corresponder de la misma manera.

—Te siento algo tensa —señaló rompiendo la unión de sus bocas —. ¿Todo bien?

—Estoy nerviosa —Montes confesó —. No sé por qué me siento así, ya lo hemos hecho antes —tragó su propia saliva con fuerza. Sus ojos buscaban sosiego en los de Karime. Tenía un nudo en la boca del estómago y el corazón podría explotarle en cualquier momento de lo rápido que estaba bombeando.

—¿Pero sí quieres seguir con esto? —preguntó mirándola fijamente a los ojos. Acarició su rostro y pasó una hebra de cabello suelto por detrás de su oreja.

—Sí quiero —respondió con honestidad. En ese instante no había nada que deseara más que ser tocada por la pelinegra; ansiaba sentir sus manos sobre su cuerpo, el contacto de su suave piel sobre la suya y el calor que emanaba.

—Entonces déjamelo a mí —invirtió las posiciones, quedando ella a horcajadas sobre Montes —. Solo intenta relajarte. No vamos a hacer nada sobre lo que no te sientas bien —acarició su cachete mientras sonreía cálidamente.

Gala cerró los ojos y respiró profundamente.

—Ahora voy a besarte —Karime advirtió poco antes de inclinar su rostro y tomar los labios de Gala entre los suyos. Si había algo que le fascinaba sobre besarla era el dulzor de sus labios y la forma en que se adaptaban a los de ella. Tal vez era el labial que estaba usando o era que se trataba del sabor auténtico de su boca, pero sentía que jamás podría cansarse de ese sabor a cereza.

Con sutileza, Karime comenzó a delinear la figura de Gala con una de sus manos. Gala sonrió a mitad del beso, tenía cosquillas. Las manos de la mayor no pasaban por alto ni un solo milímetro de piel desnuda; lentamente bajaban y subían recorriendo la tela de la playera de Montes, robándole más de un suspiro. Poco a poco, Karime fue llevando sus manos por debajo del cuerpo de Gala, dirigiéndolas hacia los lazos que ajustaban su sostén.

—¿Me ayudas un poco? —le pidió. Montes se levantó levemente para dejarla retirar la prenda que cubría su tronco junto con su brasier.

Los ojos de Karime no se despegaron de los de Gala hasta que el sujetador quedó fuera de su cuerpo y cayó por un lado de la cama tras haber sido lanzado descuidadamente. La cara de Gala estaba teñida de rosa, principalmente sus cachetes; intentó cubrir una parte de su rostro con su brazo. Se sentía expuesta, pero no en un mal sentido. Estaba experimentando algo que nunca antes había experimentado y se sentía tan bien; más que lujuria, más que placer, era amor en su máxima expresión. Las emociones que invadían su interior eran sumamente contradictorias, por un lado se sentía insegura, pero a la vez tan confiada; y es que todo se lo debía a Karime, quien no paraba de contemplarla como si fuera la persona más preciada en todo el universo, como si fuera lo único que sus ojos captaban dentro de aquella gran habitación. La hacía sentir especial, era especial.

—¿Qué está pasando por tu mente? —preguntó Gala bajo la mirada minuciosa de la mayor.

—Nada. Solo estoy guardando tu imagen —no mintió —. Eres tan... —guardó silencio a mitad de la frase. Perfecta, era lo que quería decir, pero por alguna razón sintió que no podía expresarlo en voz alta —. ¿Puedo? —buscó el consentimiento de Gala antes de tocar esa zona que antes se encontraba cubierta.

—Puedes —acreditó guardando el aire en sus pulmones, preparándose para lo siguiente.

El tacto de Karime partió desde el abdomen bajo de Gala hasta la base de sus senos, los tomó con extrema delicadeza y apretó con el mismo nivel de cuidado. Montes jadeó sintiendo las cálidas palmas de Karime amasando y frotando sus pechos con movimientos circulares.

I Like Your Mom | Garime G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora