Selena había salido de la majestuosa mansión Bridgerton hacía apenas unas horas, y ya sentía que todo lo ocurrido había sido parte de un sueño extraño. Mientras caminaba hacia el pequeño edificio en el que vivía, las imágenes de la reunión en la casa del vizconde seguían rondando en su cabeza: las miradas suspicaces de los hermanos Bridgerton, las preguntas incómodas de Violet, y, sobre todo, la manera en que Anthony la había observado, como si tratara de desentrañar algún enigma oculto en sus ojos.
Cuando finalmente llegó a su casa, Ron ya la esperaba. Su casero, un hombre con el rostro curtido y las manos desgastadas por los años, la miraba desde la puerta con ese aire que siempre tenía, entre bonachón y calculador. Sabía que su relación con Selena no era la de un simple casero e inquilina, y en cierta forma, ambos estaban cómodos con el acuerdo que habían alcanzado. Él le proporcionaba un techo, comida y un mínimo de estabilidad, y ella... bueno, ella hacía lo que sabía hacer mejor.
—Selena —dijo Ron con una sonrisa mientras le abría la puerta—. Justo te estaba esperando. Tengo algo para ti.
Ella dejó caer su bolsa en el suelo y se sentó pesadamente en una silla de madera, sin mucho ánimo para seguir el juego habitual de cortesías. El día había sido más largo de lo que esperaba, y el peso de las mentiras que había contado en la casa Bridgerton todavía la agobiaba.
—¿De qué se trata ahora? —preguntó, con el tono cansado de alguien que ya no espera sorpresas agradables.
Ron cerró la puerta tras de sí y se sentó frente a ella. Sacó un pequeño saquito de tela del bolsillo interior de su chaqueta, lo dejó sobre la mesa y lo empujó lentamente hacia ella.
—Escucha esto —empezó a decir con una sonrisa satisfecha—. Un buen amigo me ha contado de un trabajo que podría interesarte... algo grande. Muy grande.
Selena arqueó una ceja, aunque por dentro ya sentía una punzada de incomodidad. Sabía que cuando Ron traía esos trabajos "grandes", normalmente no había espacio para errores. Y en su línea de trabajo, un error solía costar caro.
—¿Y qué clase de trabajo es? —preguntó, fingiendo un interés distante.
Ron se inclinó hacia adelante, bajando la voz como si temiera que las paredes pudieran escuchar.
—Un vizconde. Vive en una casa enorme, llena de riquezas. Pero lo que más importa es lo que tiene en su escritorio... un diamante. Es grande, perfecto, y está ahí para quien se atreva a tomarlo.
El corazón de Selena dio un vuelco. Intentó mantener la compostura, pero sentía cómo su rostro perdía color. No puede ser....
—¿Un vizconde? —repitió lentamente, casi con incredulidad.
Ron asintió con entusiasmo, sin notar la reacción de Selena.
—Exacto. Vizconde Bridgerton. Vive en una de esas casas de Mayfair. Y parece que últimamente está más distraído de lo habitual. Me han dicho que el diamante está ahí, esperando a ser tomado. Nadie lo verá venir. Y si alguien puede hacer este trabajo sin dejar rastro, eres tú.
El aire se volvió denso de repente. Selena sintió cómo las palabras se enredaban en su garganta. Había estado allí. En esa misma casa. Violet Bridgerton la había recibido con una hospitalidad que no merecía, rodeada de toda su familia, haciéndola sentir por un breve instante que pertenecía a ese mundo al que ella jamás podría aspirar. ¿Cómo podría traicionar eso?
—No creo que... —empezó a decir, pero Ron la interrumpió rápidamente.
—No me digas que vas a echarte atrás ahora —dijo él con una sonrisa amarga—. Eres la mejor, Selena. ¿Sabes lo que esto significa? Un diamante de ese tamaño te permitirá no solo vivir bien durante meses, sino que podrías finalmente salir de esta vida. Dejar de huir, dejar de mendigar trabajos pequeños. Esto es lo que necesitas.
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Entre luces y sombras (Anthony Bridgerton)
FanfictionEntre la sofisticación de la alta sociedad y el misterio de la noche, el vizconde Bridgerton se ve envuelto en una enigmática relación con una ladronzuela que desafía las reglas de su mundo.