Decisiones

94 12 0
                                    

Selena bajó las escaleras con el pelo aún alborotado y un ligero rubor en las mejillas, intentando sin mucho éxito borrar cualquier rastro de la noche anterior. Ron estaba allí, apoyado en el marco de la puerta, con una sonrisa ladina que la hizo detenerse en seco. Carraspeó, incomoda, al ver que él no apartaba la mirada.

—¿Qué? —preguntó ella, sin poder evitar sonreír ligeramente, aunque intentó mantener una expresión neutral.

Ron cruzó los brazos, su mirada todavía cargada de ese brillo cómplice que solo alguien que ha vivido lo suficiente puede tener.

—Ya sé por qué no quieres robar ese diamante, Selena —dijo, con una voz que no era acusadora, pero sí cargada de cierta sabiduría.

Selena sintió una punzada en el estómago, pero intentó no mostrarse afectada.

—No sé de qué hablas, Ron —respondió, fingiendo indiferencia mientras se dirigía a la mesa donde había dejado sus guantes.

Él dejó escapar una risa suave, pero no se movió de su lugar.

—Ah, no me tomes por tonto, chica —dijo, su tono cálido y protector—. Te has enamorado del vizconde.

Las palabras cayeron pesadas en el aire, haciéndola detenerse un momento. El silencio que siguió fue suficiente para que Ron entendiera que había dado en el blanco.

—¿Enamorarme? No digas tonterías —respondió Selena, intentando sonar firme, aunque su voz no tenía la fuerza que esperaba.

Ron se acercó, caminando con lentitud hacia ella, como si fuese a darle una lección que llevaba tiempo esperando impartir. La observó detenidamente antes de hablar, con esa mirada que un padre da a una hija que está a punto de tomar una decisión peligrosa.

—Selena, sé que eres una chica lista, pero he visto cosas. He escuchado historias sobre ese hombre. Por todo Londres se habla de cómo es despiadado, egocéntrico... No es alguien que vaya a preocuparse por nadie más que por sí mismo. —Su voz no era dura, sino cargada de preocupación genuina.

Selena levantó la barbilla, más decidida de lo que se sentía en ese momento. Sabía que Ron lo decía por su bien, pero algo en ella no podía aceptar esa imagen de Anthony. No después de la forma en que él la había mirado anoche, con esa mezcla de deseo y ternura, algo que nunca había sentido antes.

—Ron, sé cómo es. O al menos... creo que lo sé —dijo, con un toque de vulnerabilidad que rara vez dejaba ver.

—¿Lo sabes? —replicó él, suavizando su tono, como quien intenta que la verdad no duela tanto—. A todos los demás en Londres, les da igual su carácter, porque solo ven el título. Pero tú... —Ron negó con la cabeza, acercándose un poco más—. Tú vas a sufrir si sigues por ese camino. He visto a mujeres caer por hombres como él, y siempre acaban mal.

Selena frunció el ceño, sabiendo que Ron no estaba equivocado, pero al mismo tiempo, no podía dejar de pensar en cómo se había sentido en sus brazos, en cómo Anthony parecía luchar contra sí mismo tanto como ella. Y aún así... no estaba asustada. Al menos, no de la manera en que Ron creía.

—No voy a sufrir, Ron. Puedo manejarlo —dijo con una media sonrisa que intentaba transmitir seguridad, aunque su interior estaba lejos de estar tranquilo.

Ron la miró fijamente, como si estuviera evaluando si creerle o no. Al final, dejó escapar un suspiro profundo.

—Ojalá sea así, muchacha. Ojalá. Porque si te equivocas... —dejó la frase en el aire, haciendo una pausa dramática—. No quiero verte rota por alguien que no va a mirarte atrás una vez se canse.

Entre luces y sombras (Anthony Bridgerton)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora