Encuentros en la taberna

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Unos días después, Anthony paseaba por las concurridas calles de Londres, intentando liberar su mente de las tensiones que lo atormentaban. Había pasado días recordando aquel encuentro furtivo con Selena, y por mucho que se repitiera que debía olvidarla, la sombra de su presencia no desaparecía. Había algo en ella que lo desafiaba, que lo hacía sentir cosas que no podía —o no quería— explicar.

Mientras caminaba por el mercado, entre los puestos de frutas y especias, algo lo hizo detenerse en seco. No supo si fue una intuición o un sexto sentido, pero su mirada se detuvo en una figura al otro lado de la plaza. Y ahí estaba ella. Selena.

Selena estaba revisando unos tejidos en uno de los puestos, con su porte habitual: segura, casi desafiante. Pero a Anthony no se le escapaba el leve cambio en su expresión, la manera en que sus dedos rozaban la tela sin realmente prestarle atención. Se detuvo por un momento, mirándola, y una ola de emociones lo golpeó: alivio, deseo, confusión.

Por un segundo, pensó en dar media vuelta, evitar cualquier confrontación, pero su cuerpo tenía otros planes. Antes de darse cuenta, ya estaba caminando hacia ella. Cada paso se sentía más pesado, como si los recuerdos de su último encuentro se alzaran entre ellos.

Ella no lo había visto todavía. Estaba sumida en sus pensamientos, pero algo la hizo levantar la vista y ahí estaba él, Anthony Bridgerton, caminando con paso decidido. Su corazón dio un vuelco, aunque no lo mostró en su rostro. La última vez que se vieron, la tensión entre ambos había sido palpable, y ese fugaz beso que le robó aún la hacía sentir un cosquilleo extraño cuando lo recordaba.

—Selena —dijo Anthony cuando estuvo lo suficientemente cerca, su tono firme pero teñido de algo que ni él mismo podía ocultar del todo.

Ella lo miró, dejando caer el tejido en el mostrador de madera del puesto. Por un momento, ambos se quedaron en silencio, como si el aire a su alrededor estuviera cargado de algo más que palabras no dichas. La tensión entre ellos era innegable, pero también había algo que ninguno de los dos podía ignorar: se habían echado de menos.

—Anthony —respondió Selena, su voz más baja de lo que había planeado, sin el toque irónico que solía usar con él. Se le hacía extraño verlo fuera del contexto en el que acostumbraba a moverse. Verlo en medio del bullicio del mercado, entre vendedores y compradores, lo hacía parecer casi... accesible. Algo que no debía permitirse pensar.

Anthony dio un paso más, quedando casi a su lado. Por un momento, sintió la urgencia de tocarla, aunque fuera solo un leve roce, pero se contuvo. No podía dejar que lo que sentía por ella lo hiciera perder el control.

—¿Nos volvemos a encontrar por casualidad? —dijo ella finalmente, recuperando un poco de su habitual descaro, aunque su tono era más suave de lo que hubiera querido.

—Lo parece —respondió Anthony, su mirada fija en la de ella. Podía sentir cómo algo se removía en su interior al verla. Y aunque lo último que quería era admitirlo, la echaba de menos.

Hubo un momento incómodo en el que ninguno de los dos sabía qué decir. Selena bajó la vista, jugando con uno de los pliegues de su vestido. Estaba claro que ambos estaban tensos, pero no porque se temieran, sino porque se reconocían. Había algo entre ellos, algo más allá de sus roles o de las palabras venenosas que solían lanzarse. Pero ninguno sabía cómo lidiar con ello.

—Has estado evitando la alta sociedad —comentó Anthony de repente, casi como un reproche disfrazado de observación.

Selena sonrió de medio lado, sin mirarlo.

—¿Qué esperabas? Demasiado sucedió la última vez —respondió, aunque su tono carecía del habitual filo. En realidad, lo que no soportaba era la idea de encontrarse con él, de ver lo que podía desencadenar en ambos esa tensión que no se atrevía a aceptar.

Entre luces y sombras (Anthony Bridgerton)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora