Rosé
Cuando mi alarma suena esa mañana, dos meses después de hacer las cosas oficiales con Peach, la ignoro, envolviendo los brazos con fuerza a su alrededor para que se acomode dentro de la curva de mi cuerpo. Entierro el rostro en su cabello y respiro el aroma de su champú de fresas, esperando que si simplemente ignoro la alarma, ella también lo hará.
—Rosé—gruñe, su voz pesada con sueño.
La abrazo con más fuerza y presiono el rostro en el espacio entre su cuello y la almohada. La alarma sigue sonando.
—Rosééé...
Cuando sigo ignorándola, un sonrisita ya escabulléndose en mi rostro porque sé lo que sigue, Peach gruñe y empieza a rodar. Me gira sobre mi espalda mientras se estira sobre mí hacia la alarma. No puede alcanzarla, nunca puede porque soy una estratega brillante estimulada por el refuerzo positivo, por lo que se arrastra sobre mí para presionar el botón de APAGADO y luego colapsa sobre mi pecho, su rostro cubriendo mi almohada.
Viendo mi oportunidad, le quito el cabello del cuello y la beso allí; suavemente, sabiendo que la vuelve loca. Soy recompensada con un retorcimiento involuntario que hace que sienta un ardor en mi entrepierna y mis dedos se hunden debajo de su parte superior de algodón suave. Trazo líneas suaves por su espalda hasta que su piel se pone de gallina bajo mis dedos, amando como su cuerpo responde ante mí.
Cuando sus labios encuentran los míos, yo soy la que gime, lo cual podría avergonzarme muchísimo si no estuviera muy ocupada concentrándome en intentar que mis manos literalmente no le arranquen la camiseta delgada y los adorables pantalones cortos de conejitos de su pequeño cuerpo.
No sé cómo es que me hace esto, pero siempre lo hace; me vuelve malditamente loca estar tan cerca de ella como sea posible. Nadie, nunca jamás, me hizo sentir tan desesperada. Probablemente lo odiaría si no la amara tanto.
Tres segundos y medio después, he tenido más de lo que puedo soportar. La giro y ella me deja. Bajo los labios a su cuello, encontrando el punto que la hace gemir incluso más fuerte que yo, recuperando un poco de mi dignidad. Mis dedos la rozan por debajo de su camiseta y arquea la espalda cuando paso la lengua a lo largo de su clavícula, haciendo que su piel se ruborice de mi color rosado favorito. Sus manos se curvan en medio de mis omóplatos, arañándome la piel y amenazando con robarse lo último que queda de mi autocontrol. Si no la hago mía pronto, estoy bastante segura que esos pantalones de conejitos terminarán arruinados.
—Rosé—gime y hace que me rinda. Mi nombre en sus labios, sonando así... sí, no soy una maldita santa y ella sabe eso tan bien como cualquiera.
Sus pantalones cortos de conejito son lanzados al suelo un segundo más tarde y luego le muestro por qué esa odiosa alarma es el mejor jodido aparato inventado por el hombre.
Más tarde, respira profundamente dormida en mis brazos y recuerdo la primera vez que la sostuve así. Esa primera vez que la sostuve en mis brazos mientras se quedaba dormida, la noche en que casi me rompo la mano en el rostro de la idiota de su ex novia. Estaba jodidamente aterrada. La sostuve para hacerla sentir mejor pero una vez que la tuve en mis brazos no pude soltarla. Toda la noche, tuve la oportunidad de alejarme de ella y sabía que debería, pero no pude hacerlo. En su lugar, la apreté con fuerza, asustada como la mierda por los sentimientos que tenía y por arruinarlo y perderla. No sé si esa fue la noche en que me enamoré de ella, pero es la noche en que comencé a darme cuenta que haría lo que fuera para mantenerla.
—¡MIERDA!—grita de repente Peach, saliéndose de mi brazos y lanzándose fuera de la cama—¡LA ALARMA, ROSÉ!
—¿Sí?—digo, moviéndome hasta que me hundo profundamente en el cálido centro del colchón.
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Vampire Hollie (Chaelisa)
Fiksi PenggemarCuando la estudiante de primer año, Lalisa Manoban conoce a la maravillosa y prometedora estrella Rosé Park, ella sabe que una jugadora como ella es lo último que necesita después de que su ex novia le rompiera el corazón. ⚠️ Historia adaptada Chae...