Capítulo 26

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La primera semana hubiese ido perfectamente hasta que llegó mi clase de EPA, Experiencia del Primer Año, un curso cada Martes y Jueves que no tiene nada que ver con mi carrera, pero que es un requisito para graduarse. En esta clase básicamente te introducen a la universidad, brindándote recursos que ofrecen para que las podamos aprovechar, y además ofreciéndote la compañía de un estudiante de último año para que te cuente de sus experiencias a través de los años, y con quien debas hacer un proyecto final para pasar el curso.

Sólo quiero decir que yo no la elegí, ella me eligió a mí.

Y a quién me refiero es a Rebecca. No sabía cómo, y no entendía porqué, pero lo hizo.

Sólo tenía que verla una vez cada dos semanas, y con suerte una vez cada tres. Lo peor es que esta clase se supone es la más fácil que puedas hacer en tu carrera, y ya he intuido de que el hecho de que ella me haya elegido no ha sido nada bueno. Trataba de no sobre pensar en eso, pero a la vez me inquietaba que Mari tenga razón. Maldición, ¿por qué tuve que abrir la boca en aquella fiesta?

Era sábado y me preparaba para salir con Mari hacia el centro. No he escuchado de ella desde ayer, pero acordamos en salir antes del mediodía para evitar el tráfico pesado, y además para aprovechar el día antes de que muchas tiendas cierren.

Alguien tocó a mi puerta, grité «adelante» ya que me encontraba en el vestidor, y encuentro el rostro de Sebas asomarse por el marco de la puerta. Me calentaba el pecho cuando lo veía sonreír, odiaba que a veces estuviera tan absorto en sus pensamientos y que su ánimo desapareciera. A veces ponía una excusa para tomar una llamada, y regresaba actuando de manera extraña. Algo sucedía con él y con aquellas llamadas, pero esperaba que él se animara para poder contármelo; quizá aquello implicaba que él me tuviera confianza.

—Hola, hermosa —canturrea y suelto una risa nerviosa. Llega conmigo y me regaló un beso en los labios. Era uno profundo, donde sus manos se aferraban a mi cintura, haciéndome retroceder un poco, hasta que terminamos separándonos y mirándonos con diversión. Últimamente mi vestidor y mi habitación se han convertido en el sitio donde ambos podíamos actuar con normalidad, sin freno y restricciones; era fascinante—. Los chicos y yo planeamos ir a comprar algunas cosas en unos minutos.

—No tendrá que ver con el cumpleaños mío y el de Max, ¿cierto? —ladeé la cabeza hacía él, conectando nuestras miradas, sintiendo mi corazón latir con aquella fuerza que sólo él provocaba.

—Deseo evadir tu pregunta para hacerte otra —giré los ojos sonriéndole, asintiendo a su petición—. ¿Planeas salir?

—Sí, conocí a una chica en la universidad, me agrada mucho, y junto con su primo iremos para que me den un recorrido de Boston. Son residentes de toda la vida, entonces me hará bien conocer la ciudad desde sus perspectivas.

— ¿Otro recorrido? —se escucha el timbre, haciéndome recordar de que tenía que apresurarme, yendo a buscar un par de zapatos—. Creí que el que nosotros dimos de casi diez horas fue suficiente.

—Jamás es suficiente para conocer una ciudad —me enderezo después de terminar con mis zapatos y lo observo—. No te molesta, ¿cierto?

—Para nada —murmura, encogiéndose de hombros.

— ¡Greeicy! —escuché el grito potente de Max sonar hasta en el rincón más lejano de mi habitación. Dios, esto es lo que he creado dado que solemos gritar el nombre de cada uno en casa cuando requeríamos la presencia del otro.

—Nos vemos más tarde, Sebas —digo cuando llego a su lado, acercándome de puntillas para darle un beso en la mejilla, recibiendo un sonrisa tímida de su parte—. Te quiero.

Heavens (En Curso)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora