Faltaba un día para mi cumpleaños, nuestro cumpleaños. Los sábados no teníamos clases, así que normalmente aprovechaba para dormir hasta la hora que me apeteciera, menos ese día.
—Ey, Lia, despierta —escuche la voz de Cameron mientras me tocaba el hombro —. Lia... vamos, despierta.
—Tío, está en su quinto sueño, déjala —intentó convencerle Daniel.
Pero en realidad no estaba dormida, llevaba despierta diez minutos, pero solo quería dormir un poquito más. Estaba tan a gusto y cómoda en mi cama, con las sábanas pegadas al cuerpo.
—No, tenemos que ir los cinco, sino no tiene sentido.
No sabía a qué se refería Cam, pero tampoco tenía mucha curiosidad por saberlo. Tenía más curiosidad por saber cómo continuaba el sueño que estaba teniendo antes de que me despertaran
—Amelia, venga.
—Déjame a mí —Adam le obligó a Cam que se apartara para dejarle sitio, me agarró de los dos hombros y empezó a sacudirme fuertemente.
Solté un pequeño quejido, pero unos segundos después escuche un suspiro cerca mío, alguien puso sus manos en mi rostro, y me abrió los ojos bruscamente con sus dedos. Aparte las manos de Adam de mis ojos, y me puse la almohada en la cara.
—Dejadme dormir...
—No, es nuestro ultimo día, no lo vas a malgastar durmiendo —Cam me quitó la almohada de la cabeza.
—¿Qué hora es?
—Las ocho y media... —Nico me miró y me pidió perdón de lejos, susurrando.
Él sabía lo mucho que me gustaba dormir, y lo mucho que me molestaba que me despertaran en el único día que tenía para descansar. Estaba segura de que él había intentado convencer a los demás de que me dejaran dormir tranquila, pero al parecer, no lo consiguió.
Al final decidí levantarme de la cama. Estaba con mi pijama, el pelo enredado y los ojos hinchados. Hace unos años no me habría atrevido a que nadie que no fuesen mis padres o mi hermana me viese así, pero después de casi dos años viviendo diariamente con cuatro chicos que olían a sudor constantemente y tenían la habitación como si fuera un vertedero, conseguí acostumbrarme. Me vestí con lo primero que vi y después de lavarme la cara y los dientes, Cam nos sacó de la habitación, y pidió que le siguiéramos. Después de unos minutos dando vueltas por el laboratorio, llegamos a una puerta hacia una sala que ninguno conocíamos.
—Descubrí esta sala hace unas semanas, pero quería guardarla como sorpresa para nuestro último día. ¿Estáis preparados? —todos asentimos con la cabeza.
Cameron abrió la puerta de la sala con una tarjeta que encontró en su sala de laboratorio. Cuando se encendieron las luces, pude ver lo que había dentro: eran estanterías llenas de cajas e informes.
—¿Qué es todo esto? —preguntó Adam.
—Son recuerdos. ¿Os acordáis del día que llegamos? Lo primero que hicieron fue confiscar todos los objetos personales que teníamos, y he descubierto dónde los han guardado todo este tiempo.
Los cinco nos pusimos a buscar nuestra caja por todos lados. La sala era enorme, pero todo estaba bien clasificado, así que no se nos hizo difícil encontrarlas. Sector E, fila 5, caja E572. Tenía la caja en mis manos, pero no me atrevía a abrirla. Ni siquiera me acordaba de lo que tenía antes de llegar al laboratorio. Me tome unos segundos antes de decidir abrirla. Me sorprendí al ver que solo había una cosa dentro. Encontré una foto con mis padres, donde detrás había un pequeño mensaje: "Te queremos hasta la última estrella."
—Mirad esto —me seque la lágrima que me bajaba por la mejilla y guarde la foto en el bolsillo para ir a donde estaba Daniel.
Nos dio a cada uno una carpeta. Eran nuestros informes. Lo leí con atención: mi nombre, mi fecha de nacimiento, el día en el que llegue al laboratorio... pero hubo una cosa que me llamó la atención.
—Control del chip cerebral 94%... ¿Qué es eso del control?
—No tengo ni idea, será el caso que les hacemos a los supervisores —Adam no le dio mucha importancia al asunto, él seguía fascinado mirando sus notas de Biología.
—No creo que sea eso —Cam me miró, estaba igual de confundido que yo -. Mira esto.
Cam estaba al otro lado del pasillo, con una carpeta grande en las manos.
—El microchip se les implantará a los jóvenes con una operación quirúrgica que se realizará el día que cumplan dieciséis años. Este microchip estará conectado a la Sede Central, donde se les mandará después de la recuperación y los controlaran. Los operados y los ingresados en el laboratorio no podrán saber la función de los... —leyó en voz alta, hasta que Nico le interrumpió.
—Tendríamos que irnos antes de que nos pillen —sugirió Nico, tan nervioso como siempre.
Salimos de la sala con cuidado y silencio y volvimos a la habitación. Fui con Noa a dar un paseo. Quería aprovechar estos últimos días para estar lo máximo posible con ella, ya que una vez fuera de ese sitio, no podría volver a verla en años.
—Tengo un regalo para ti —me dijo mientras cogía un pequeño paquete —. No es mucho, pero quería hacerte un regalo por tu cumpleaños, y como mañana vas a estar muy ocupada con todas las operaciones y pruebas, he pensado en dártelo hoy.
Abrí el paquete rosa con emoción. Dentro encontré un collar plateado
—Abre el collar, dentro hay una sorpresa —lo abrí con cuidado y vi una foto nuestra de cuando éramos pequeñas —¿Te gusta?
—Me encanta, es el mejor regalo que me han hecho nunca.
—Así no te olvidarás de mí cuando salgas.
—Nunca podría olvidarme de ti Noa, eres lo mejor de mi vida —cogí la foto que encontré en la caja y se la di - Toma, así tú tampoco te olvidaras de mi.
—Te quiero.
—Y yo, hasta la última estrella.
ESTÁS LEYENDO
Countdown To The End
Science FictionEn un futuro distópico, donde el fin del mundo se aproxima, el Gobierno inventa una solución para evitar los daños e infecciones que el cambio climático pueda causar en los humanos. Estos son unos microchips neurológicos. Desgraciadamente, a los men...