4

15 1 2
                                        

Faltaban cinco minutos para que el reloj marcase las doce. Estábamos todos sentados en círculo, con una tarta que robamos del comedor en la cena y un mechero que Daniel encontró por el suelo. A las 23:59 empezó la cuenta atrás. Diez... Nueve... Ocho... Siete... Seis... Cinco... Cuatro... Tres... Dos... Uno...

—¡¡Felicidades!! - gritamos los cinco a coro.

Nos arreglamos con el mechero que teníamos para hacer como si sopláramos las velas, y nos repartimos entre todos la tarta de chocolate.

Por fin teníamos dieciséis años, por fin llegó el día de nuestra operación, el día para el que llevábamos esperando todo este tiempo.

Estuvimos charlando un rato mientras nos acabábamos la tarta, sobre que haríamos al salir de allí, y después de unas risas volvimos a la cama. Teníamos que descansar lo máximo posible, porque venía un día muy intenso y largo.

Aunque estuviese con sueño, no podía dormirme. Seguía dándole vueltas a lo que vimos en los archivos. Siempre me había dado mala espina ese laboratorio, pero nunca tuve motivos para sospechar de nada, hasta ahora. Por muy mínimo que fuera el motivo para sospechar de algo, no podía quedarme así. Todo lo que habíamos leído no sonaba muy bien en un informe de chips que nos insertan en el cerebro. Además, nunca nadie había visto a una persona después de operarse, nunca habíamos visto cómo era todo después de esa operación.

—Lia, ¿estas despierta? —escuché a Cameron susurrando.

—Si, tú tampoco puedes dormir, ¿verdad?

—Pero no, sigo con lo de...

—Los archivos —acabé su frase.

—Exacto. Me parece un poco raro todo eso del porcentaje del control. ¿Control en que?

—No lo sé...

Los dos nos quedamos un momento en silencio, pensando

—Oye, y si vamos a dar una vuelta y nos aireamos un poquito.

—Vale, y sin querer entramos en algún despacho privado...

—Buscamos algo que nos aclare un poco todo esto.

—Vámonos, pero no hagas ruido.

Nos cambiamos de ropa, cogimos una linterna y salimos de la habitación. Los pasillos estaban vacíos, así que fuimos con tranquilidad. Volvimos a entrar a la sala del día anterior. Yo mire por un lado y Cam por el otro. Ya sabíamos lo que había en los archivos de los ingresados como nosotros, pero nuestra intención era encontrar algo más.

Seguimos mirando en cada sección, hasta que al final de la sala, había un cartel donde ponía "Sección Privada", aunque muy privada no debería de ser, porque estaban al alcance de cualquiera, o al menos de cualquiera que tuviera la llave de aquella sala.

Empezamos a examinar todos los archivos. Estuvimos unos cuarenta minutos, pero todo eran contratos e informes sin importancia. Nada nos llamaba la atención, hasta que empecé a leer un informe del Gobierno, "Permiso de implante de Microchip". Lo leí con tranquilidad pensando que era otro archivo sin importancia, hasta que vi algo que me impactó.

—¿Cam?

—¿Qué pasa?

—Lee esto.

Cam frunció el ceño cuando le di el informe, curioso por saber lo que encontré ahí dentro. Supe exactamente cuando leyó lo que yo, solamente con ver la expresión de su cara. Me miró con los ojos como platos, sin saber qué decir.

—Mierda.

Salimos corriendo de la sala y fuimos directos a la habitación. Cuando llegamos, despertamos a todos de golpe y empezamos a sacarles la ropa del armario para que se vistieran. Teníamos que salir de allí.

Countdown To The EndDonde viven las historias. Descúbrelo ahora