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Pasaron dos años desde que dijeron que el mundo estaba a punto de acabar. Por la ventana de la habitación se podía ver el jardín, donde el sol deslumbraba en cada momento del día. El único momento de paz era la noche, cuando el sol se iba y se podía respirar aire fresco, aire un poco más frío de lo normal. Era el único momento en el que podías salir a fuera sin sentir que te quemabas constantemente. Era el momento más tranquilo del día, aunque no mi momento favorito. Mi momento favorito era el atardecer, pero no porque me pareciera bonito. No es que no me lo pareciera, me encantaban los colores que se formaban en el cielo con el atardecer, pero no era por eso por lo que me gusta tanto, si no porque sabía que en ese preciso momento, el sol se está despidiendo, y eso significa que llega la noche, que como he dicho, era el único momento tranquilo de las veinticuatro horas del día. Ver el sol marcharse y saber que iban a pasar unas cuantas horas hasta que lo volviera a ver era lo que me hacía más feliz.

Como decía, pasaron dos años desde que anunciaron el fin del mundo, aunque todavía todos seguíamos vivos. Era verdad que hubo muchos cambios esos dos años. No llovió ni un solo día desde que todo esto empezó, las plantas se morían y la tierra estaba seca, al igual que nuestra piel. Teníamos un límite de agua por día: solamente podíamos beber dos vasos al día, y tampoco podíamos gastar más de treinta litros cuando nos duchábamos.

Hacía un calor extremo en todos los rincones del mundo, y el sol brillaba más que nunca, pero no lo digo como si eso fuese algo bueno. Desde que todo esto empezó, los científicos empezaron a ponernos una especie de microchips para evitar quemarnos con los rayos del sol, o extraer alguna infección o enfermedad de los animales o plantas, a causa de la situación actual de la tierra. Los menores de dieciséis no podíamos ponernos el chip, ya que podía causarnos efectos secundarios graves, así que cuando todo esto empezó nos evacuaron a todos los jóvenes y nos refugiaron en un laboratorio, en el cual estábamos supervisados por científicos y médicos para que no nos pasara nada. Nos separaron en grupos de cinco basados en la fecha de nacimiento. Y cuando cumplíamos dieciséis años, nos operaban para insertarnos el chip en el cerebro, estábamos una semana en revisión para ver que no nos causará ningún daño. Después, nos liberan para siempre del laboratorio.

Yo soy Lia, y llevaba más de un año allí. Era la única chica en mi grupo, los otros cuatro son chicos sudorosos y que se creen deportistas profesionales. Yo fui la última en llegar, ya que tardaron más en evacuarme, pero encaje bien. Cam era el mayor de nosotros, nació tres horas antes que los demás. También es el más alto, el más carismático, el más valiente, el más leal, el más generoso, y seguramente sea él más guapo. Su pelo corto y castaño llama la atención a todo el mundo, al igual que su nariz perfecta y su mandíbula marcada.

Después está Adam, que nació tres horas y veintitrés minutos después de Cam. Sin duda es el más inteligente, pero también el más creído. Cuando lo conocí no tuve una buena primera impresión suya, pero al conocerle mejor, entendí porque la gente le tenía tanto aprecio. No se me hace difícil describirlo físicamente, tiene el pelo oscuro y muy rizado, me encanta jugar con sus rizos mientras estudia, por mucho que a él le moleste.

Daniel y yo nacimos con ocho minutos de diferencia, podríamos decir que somos mellizos, si no hubiéramos nacido en diferentes lugares del país. Daniel es el más divertido. ¿Alguien te ha gastado una broma? Ha sido idea de Daniel, y ha tenido ayuda de Cam. ¿Alguien te ha contado un chiste? Siempre es Daniel. ¿Alguien te ha hecho reír? Sin duda ha sido él. ¿Alguien ha intentado animarte y sacar el lado bueno incluso de las cosas que no tenían nada positivo? Daniel. Aparte de un humor muy avanzado, su pelo rubio y ojos azules son las cosas que más llaman la atención de él.

Por último está Nico, el más pequeño, por dos horas de diferencia. Es el más sensible y tímido, pero el empático y considerado. Siempre se preocupa por que todos estemos bien y seguros. De altura también es el más pequeño, y tiene un pelo liso y castaño bastante claro, con ojos verde oscuros. Era delgado, y con una cabeza redonda y piel clara.

Por muy diferentes que fuéramos, teníamos una buena relación entre nosotros. Éramos como hermanos, una única familia.

Faltaban seis días para el 18 de octubre, nuestro cumple. Eso quería decir, que nosotros cinco cumpliríamos dieciséis años, y eso también quería decir que por fin podríamos salir de allí.

Countdown To The EndDonde viven las historias. Descúbrelo ahora