Salimos del refugio mucho antes de que amaneciera. Nos esperaba un viaje largo e intenso, y no podíamos permitirnos ningún contratiempo. Cogimos todas las armas que preparé el día anterior, Richard sacó unos chalecos antibalas y cinturones para guardar las pistolas, y nos los repartió a todos. Nos montamos en las camionetas e iniciamos la marcha. Seguía con el corazón en trozos, pero tenía que concentrarme en salvar a Noa.
Nos repartimos en tres camionetas. Yo me negué a ir junto a Cameron, quería hacer como si no hubiera pasado nada, pero no podía, así que Daniel y yo nos montamos en una camioneta diferente a la de los chicos. Richard iba conduciendo nuestra camioneta, y él iba por delante de todos, marcando el camino. Pol y Wendy, los padres de Mérida, iban conduciendo las otras dos camionetas.
—¿Cómo estás? —me preguntó Daniel al arrancar.
—Nerviosa, muy nerviosa.
Se quedó insatisfecho al no obtener la respuesta que esperaba, no era a eso a lo que se refería al preguntarme como me encontraba.
—¿Y por lo de ayer, como estas?
—Prefiero no hablar del tema —dije, bajando la cabeza —. ¿Qué tal estás tú?
—Si te digo la verdad, fatal. Quiero matar a ese capullo de Broody...
—Daniel, sabes que él no tiene la culpa, ¿verdad? Es Mérida la imbécil, seguramente él ni siquiera sabría que tu y ella...
—Lo sé —me interrumpió antes de que acabara la frase —, pero se me hace mas fácil culparle a él.
A mi en cambio, me pasaba todo lo contrario, ya que no paraba de culparle a él, ni sabía quien era la chica con la que se beso.
Pasamos el resto del trayecto callados, no teníamos ni ganas ni fuerzas para hablar. Richard decidió parar para descansar y comer algo para recargar fuerzas. Me senté a la sombra, apoyada en un árbol grande, y Daniel junto a mi. Llegaron Adam y Nico quejándose del sueño que tenían, y detrás vino Cameron.
—Buenos días Lia, no te he visto en toda la mañana.
Solté un suspiro, molesta. Me levanté del suelo y me fui, poniendo los ojos en blanco. Ahora si que me llamaba Lia, ahora se atrevía. Cameron miró a los chicos, sin entender nada.
—La has cagado, tío - le dijo Daniel, pero él seguía sin comprender a lo que se refería —. Ayer Lia te vio besándote con esa chica.
Cameron agacho la cabeza, y con los codos apoyados en las rodillas mientras metía los dedos en su pelo. Los otros chicos, que no sabían nada, empezaron a regañarle por lo que había hecho.
—¡¿En qué pensabas, Cam?! —gritó Adam.
—¡No lo se! Yo estaba en la fiesta, me dieron algo para beber, y cuando me di cuenta estaba con esa chica... Dios, ni siquiera se como se llama.
—¡Cameron! —le riño Nico.
—Lo sé, lo sé... No sabía lo que hacía. Mierda, la he cagado, ¿no?
—Mucho —respondió Daniel, seco —. Está muy cabreada, ella creía que te gustaba...
—Y me gusta, mucho. Pero ella nunca me ha demostrado que sienta algo por mi.
Nico se echó las manos a la cara. No entendía cómo alguien podía estar tan ciego.
—Claro que te lo demuestra, solo que tu no lo quieres ver, lo vemos todos menos tu.
—Le trataste fatal anoche, Cam —añadió Daniel, decepcionado —. Más te vale arreglarlo. Y no la vuelvas a cagar, idiota.
Mientras tanto, yo estaba sentada lo más lejos posible de ellos. Sentí que alguien se sentaba a mi lado, miré y vi que era Mérida. Suspiré. No tenía nada que decirle a esa zorra.

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Countdown To The End
Science FictionEn un futuro distópico, donde el fin del mundo se aproxima, el Gobierno inventa una solución para evitar los daños e infecciones que el cambio climático pueda causar en los humanos. Estos son unos microchips neurológicos. Desgraciadamente, a los men...