004 | unspoken tension

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it was a bad idea
to think you were the one
was such a bad idea
cause now everything's wrong

bad idea | girl in red

tres de septiembre

agustina's pov

El día siguiente fue... raro. Todavía tenía en la cabeza la situación con Franco ayer, pero no entendía porque, si a mi ese chico no me interesa en lo absoluto. Lo peor de todo era que, mientras más lo pensaba, más difícil me resultaba encontrar un solo momento en que pudiera decidir si lo odiaba de verdad o si algo, en algún punto, me había atraído.

como me va a atraer semejante pelotudo, agustina date cuenta

El día había comenzado de una manera tranquila, pero había tomado un giro inesperado al recibir el mensaje de su jefe en ESPN.

"Agus, mañana vas a cubrir a Franco Colapinto. Tienes que hacerle una entrevista antes de la carrera."

Aún recordaba la arrogancia con la que me había hablado en la fiesta, y el hecho de que me pidiera que lo entrevistara no hacía más que aumentar mi incomodidad. No me caía bien. No me caía nada bien.

Miré mi reflejo en el espejo, pasando mis dedos por mi pelo. La idea de estar frente a él otra vez, con ese aire de superioridad que tanto me molestaba, me ponía tensa. Sin embargo, sabía que no podía permitir que esa molestia se notara. Era parte del trabajo, y no podía dejar que mi disgusto hacia él afectara lo que debía hacer.

La mañana pasó volando, entre preparativos, correos y llamadas de última hora. Cuando llegué al circuito, la vibrante energía de la F1 me envolvió, pero algo en mi interior seguía cargado de tensión. Sabía que no estaba preparada para lo que me esperaba.

Finalmente, tras algunos minutos de ir y venir, lo vi: Franco Colapinto. Él estaba allí, como siempre, rodeado de su equipo, con su actitud relajada, pero a la vez arrogante. No me sorprendió en absoluto. Ya lo conocía demasiado bien.

Me acerqué, tratando de mantener la compostura, pero no pude evitar que mi corazón acelerara un poco al verlo tan cerca. Franco me miró y sonrió, esa sonrisa suya que no era ni amigable ni mala, solo... burlona.

—Hola, Colapinto —dije con la mayor serenidad posible, extendiéndole la mano.

Me miró por un segundo, evaluándome, y luego la estrechó con firmeza, pero sin mucho entusiasmo.

—estás lista para hacerme preguntas? que no sean personales—dijo, su tono cargado de sarcasmo.

Lo odiaba. No me gustaba nada esa actitud suya, pero me obligué a no dejar que me afectara. Sabía que no debía perder el control.

—Voy a hacer las preguntas que considero importantes, no te preocupes —respondí, procurando mantener mi voz firme y profesional.

Franco se acomodó un poco en su silla, mirándome con una sonrisa desafiante, y durante un par de segundos, ninguno de los dos dijo nada. El ambiente estaba cargado de tensión, como si ambos estuviéramos midiendo hasta dónde llegaría el otro. Yo sentía como si él estuviera disfrutando de este tira y afloja, pero lo cierto es que, por más que intentara ignorarlo, había algo en su actitud que me desbordaba.

Finalmente, me obligué a empezar

—Bien, comencemos. Primero que nada, felicidades por tu carrera. ¿Cómo te sentiste en tu primer Gran Premio? —dije, buscando mantener la distancia profesional.

Franco sonrió ligeramente, como si estuviera esperando esa pregunta.

—Gracias, Agus. Me siento increíble, la verdad. Creo que estoy donde quiero estar, y eso es lo que cuenta.—respondió, sin perder su tono confiado.

Mi ceño se frunció. No me gustaba su actitud, pero no podía dejar que eso me afectara. Necesitaba ser objetiva, profesional.

—¿Y qué opinas de tus competidores? —pregunté, manteniendo el tono neutro, pero sin poder evitar que un poco de sarcasmo se colara en mi voz.

—Competir es lo de menos, Agus —dijo, alzando una ceja. —Lo que importa es quién se queda con la victoria al final del día. Y te aseguro que no soy yo el que debería estar preocupado.

—cuanta modestia—respondí, forzando una sonrisa que no era más que una máscara.

Franco se encogió de hombros, como si su actitud fuera lo más natural del mundo. Para él, todo esto era un juego.

—Algunos dirían que la modestia es para los que no tienen lo que yo tengo. —Hizo una pausa, fijando sus ojos en mí, asegurándose de que sus palabras tuvieran el impacto que quería. —Pero yo prefiero simplemente ser honesto.

Fruncí el ceño, tratando de que mi incomodidad no se notara. Sabía que lo hacía a propósito, que disfrutaba de cómo me desbordaba con su actitud. Pero me negaba a dejarlo ganar, aunque en el fondo, no podía negar que su presencia me afectaba más de lo que me gustaría admitir.

—¿Y por qué no sos tan honesto con los demás, en lugar de esconderte tras esa fachada de superioridad? —dije, sin pensarlo mucho. Mi voz salió con un tono desafiante, algo que no podía evitar.

Franco se echó a reír, una risa baja, pero con esa suficiencia que lo hacía aún más molesto.

—Porque, Agus, las personas solo ven lo que quieren ver. Y si te soy sincero, no me importa lo que piensen de mí. Soy lo que soy, y si no les gusta, que no miren.

La conversación se fue tornando más tensa, y por más que intentaba mantenerme firme, algo en su actitud me hacía cuestionar si realmente estaba siendo tan objetiva como pensaba.

Suspiré internamente, y decidí que era hora de salir de ese círculo vicioso. Sabía que tenía que seguir adelante con la entrevista, pero la frustración crecía con cada palabra que salía de su boca.

Me aclaré la garganta y cambié de tema, para intentar hacer la entrevista lo más profesional posible. No iba a dejar que me sacara de quicio.

—Volviendo al tema de la carrera, ¿qué pensás de tu equipo? —pregunté, intentando restablecer el tono serio que había tenido al principio.

Franco se relajó un poco, como si disfrutara de tener el control de la conversación nuevamente.

—Mi equipo es increíble. Están haciendo un trabajo excelente. Pero, claro, eso no significa que yo me quede de brazos cruzados. Hay mucho por hacer, y siempre hay espacio para mejorar. No me conformo con poco. —El tono de su voz había cambiado, era más profesional, pero no dejaba de tener esa capa de arrogancia subyacente.

Lo observé en silencio, queriendo terminar de una vez por todas con la entrevista, pero algo en sus palabras me hizo detenerme un segundo. Franco Colapinto, a pesar de todo lo que me molestaba, estaba comprometido con lo que hacía, y eso, por alguna razón, me hizo verlo de una forma diferente, aunque no lo admitiera.

—Bueno, parece que estás preparado para lo que venga —dije finalmente, dándole por concluida la entrevista.

Franco sonrió nuevamente, esa sonrisa que tanto me desconcertaba.

—lo estoy. y ya vas a ver que vos también —Su mirada se mantuvo fija en la mía, y por un segundo, sentí que algo pasaba entre nosotros. Pero me repuse rápidamente.

Sin decir nada más, me giré y me alejé de él. No quería seguir en esa tensa dinámica. Sabía que debía irme antes de que la situación se volviera aún más incómoda.

a fondo | franco colapintoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora