019 | closer

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you needed me
to feel a little more, and give a little less
know you hate to confess
but baby, you needed me

needed me | rihanna

seis de octubre

agustina's pov 

Me desperté temprano, sin poder dormir más de lo necesario. El sol ya se filtraba a través de las cortinas, y la casa estaba en un silencio absoluto. Aproveché la tranquilidad para preparar un desayuno sorpresa para Chiara, aunque sé que no le sorprendería, porque siempre hago este tipo de cosas. Aún así, no me molestaba, me gustaba hacerlo.

El olor del café recién hecho llenaba la cocina cuando Chiara apareció, con su típica sonrisa de madrugadora, despeinada pero radiante.

—¡¿Qué es esto?! —exclamó, con una mezcla de asombro y felicidad. Estaba tan emocionada que parecía que jamás había recibido un desayuno sorpresa.

—Bueno, es tu cumpleaños, ¿no? —respondí, sirviendo las tostadas y el jugo, tratando de sonar casual.

Nos sentamos a desayunar, charlando como siempre, pero tocamos un tema que ya sabía que iba a llegar tarde o temprano.

—¿Y cuáles son los planes para hoy? —le pregunté, de manera casi automática.

—Una fiesta, obvio. —Chiara no paraba de sonreír, como si el día fuera un evento épico, como si todo el mundo debía celebrarlo con ella. —Muchos amigos, mucha gente, va a ser una locura.

—¿Muchos amigos? —arqueé una ceja. Estaba a punto de preguntarle más, pero ya lo sabía. —¿Quiénes vienen?

—Cami, Sara, Martina, algunos del trabajo... y Franco.

Mi estómago se dio un vuelco. No pude evitar fruncir el ceño.

—No, ni en pedo—se me cayó el tenedor en seco de la mano, golpeando contra el plato

—Ay, Agus, lo hago por vos, cuando tengas 40 años me lo vas a agradecer —Chiara hizo una mueca, levantando los brazos como si fuera la mejor idea del mundo.

Me quedé callada un momento, intentando procesar lo que acababa de escuchar. No me gustaba la idea. No me gustaba que él estuviera ahí. Pero sabiendo cómo es Chiara, no podía pelearme con ella por algo tan trivial.

—Está bien, pero solo porque es tu cumpleaños. —La miré a los ojos, buscando algún tipo de seguridad en sus palabras.

Decidimos salir a dar una vuelta para pasar el tiempo antes de la fiesta. Fuimos a una plaza que estaba cerquita, buscando un poco de tranquilidad entre tanto ruido y gente. La tarde se estaba volviendo cálida y agradable, pero algo en mi pecho seguía inquieto. Caminábamos sin rumbo, nuestras risas se mezclaban con el sonido de los pájaros y el bullicio lejano de la ciudad. 

Chiara no dejaba de hablar de lo genial que sería la noche, pero yo no podía dejar de pensar en cómo todo eso iba a acabar. Y entonces, al mirarla, me di cuenta de que, a pesar de que lo decía con toda su emoción, Chiara no entendía lo que realmente estaba pasando entre Franco y yo.

—¿En qué pensás? —me preguntó Chiara, interrumpiendo mis pensamientos.

—Nada, estoy distraída —respondí, tratando de sonreír, aunque sabía que no estaba logrando engañarla.

—Ya sé que pensás en que viene Franco—dijo, haciéndome una mirada cómplice—. No te preocupes, todo va a salir bien.

—Eso espero —respondí, pero no estaba tan segura.

a fondo | franco colapintoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora