020 | beyond the edge

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girl, I want you like you want me too
i feel that energy 

you right | doja cat ft. the weeknd

seis de octubre

franco's pov

Cuando me giré y nuestras miradas se cruzaron, supe que estaba al borde de perder el control otra vez. Había algo en su expresión, una mezcla de confusión y desafío, que no podía ignorar. Había estado esquivando mis intentos de acercarme desde que nos conocimos, y aun así, cada vez que estábamos en la misma habitación, parecía que el universo encontraba la manera de empujarnos el uno hacia el otro.

La piba que estaba conmigo seguía hablando, pero, la verdad, ni registraba lo que decía. ¿Su nombre? me chupa un huevo. Mi cabeza estaba ocupada en otra cosa, o mejor dicho, en otra persona. Cada movimiento de Agustina parecía diseñado para llamar mi atención, aunque estaba seguro de que ni ella se daba cuenta.

Sonreí de costado, mirando de reojo cómo cruzaba los brazos y se apoyaba contra la pared. Era un gesto simple, pero en ella tenía un peso distinto. Me encantaba cómo intentaba mantener esa postura de "no me importás" mientras se moría por saber en qué andaba. Y yo, bueno... disfrutaba jugando con eso.

La mina que tenía en frente me tocó el brazo y soltó algo que sonaba a cumplido. Ni bola. Solo asentí, y con un par de palabras, terminé la conversación. Ya está, no tenía sentido seguir con eso. Mis pies, como si tuvieran vida propia, ya habían decidido a dónde quería ir.

Me acerqué a Agustina con la excusa más vaga del mundo: no tenía una. Pero verla ahí, tan concentrada en no mirarme, me dio la pauta de que ella sabía que esto iba a pasar.

—¿Te estás divirtiendo? —le pregunté, inclinándome lo justo para que mi voz fuera solo para ella.

Levantó la vista y, por un segundo, pareció sorprendida. Pero no tardó nada en volver a esa cara de indiferencia que usaba como escudo.

—Sí, re—contestó, con ese tono que usaba para dejarme claro que no quería charlar.

Sonreí. Era adorable cuando intentaba hacerse la indiferente. Podía leerla como un libro abierto, aunque ella no lo admitiera ni muerta.

—Mirá vos, bien ahí—dije, tranquilo. Hice una pausa y solté, como al pasar: —Aunque parecías bastante concentrada en mi conversación hace un rato.

Su reacción fue inmediata. Frunció el ceño y me miró como si quisiera matarme ahí mismo. Por dentro, festejé. Había dado en el clavo.

—¿De qué hablás? —preguntó, tratando de sonar casual, pero el filo en su voz era inconfundible.

—De nada —respondí con un encogimiento de hombros. Lo mío era medir hasta dónde podía tensar la cuerda. Con Agustina, no podías empujar demasiado; había que dejar que ella se acercara por su cuenta.

—¿Qué decís, flaco? cualquiera estás diciendo —bufó, cruzándose de brazos con más fuerza—. ni en pedo estaba pendiente de vos.

No pude evitar que se me escapara una sonrisa. Era demasiado obvia, pero insistía en pelearlo. Eso me encantaba.

—Ah, ¿no? —repliqué, levantando las cejas con aire de inocencia—. Bueno, entonces tenés una hermana gemela, porque estoy casi seguro de que tus ojos no salían de mi.

—ay dios, escuchate—exclamó, rodando los ojos y soltando una risa sarcástica—. Si estaba mirando, sería porque justo estaba en mi campo de visión. No te agrandes, ¿querés?

—Si, si, obvio. —dije, asintiendo despacio, aunque mi tono de voz dejaba en claro que no le creía nada—. Entonces, ¿tampoco te importa con quién hablo?

a fondo | franco colapintoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora