012 | wise words

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veintidos de septiembre

agustina's pov

El paddock de Singapur brillaba con un aura distinta. La noche envolvía todo con luces deslumbrantes y sombras misteriosas, mientras el calor húmedo parecía pegarse a la piel de todos los presentes. Era uno de los grandes premios más desafiantes del calendario, y para los pilotos, una auténtica prueba de resistencia.

Me encontraba observando todo el movimiento desde un rincón más tranquilo, con mi credencial de ESPN colgando del cuello. Había llegado temprano para recopilar información, pero el ambiente de Singapur tenía algo que siempre me absorbía. Era intenso, cargado de adrenalina y, en algún extraño sentido, hasta romántico. Aunque "romántico" no era precisamente la palabra que venía a mi mente cuando lo vi aparecer.

Franco Colapinto caminaba entre los boxes, ajustándose el cuello del mono, con esa confianza suya que rozaba lo insoportable. Sin embargo, algo en su mirada parecía diferente esta vez, como si el peso de las expectativas lo estuviera alcanzando. No me sorprendía; Singapur no perdonaba ni al piloto más preparado.

Me acerqué discretamente, lista para cumplir con mi tarea del día: una entrevista previa a la carrera. Pero antes de que pudiera acercarme demasiado, él se giró y nuestras miradas se cruzaron.

-¿Venís a tirarme flores o piedras esta vez? -me soltó con una sonrisa torcida.

-Depende de lo que me des para trabajar -respondí, cruzándome de brazos.

Franco soltó una risa seca, pero no tenía la chispa usual. Algo estaba apagado, y no pude evitar notarlo.

-¿Todo bien? -pregunté antes de poder contenerme.

Franco levantó una ceja, como sorprendido por mi tono. Pero en lugar de lanzarme un comentario sarcástico, suspiró y se encogió de hombros.

-Es Singapur. Es...una banda

Ese pequeño destello de vulnerabilidad me tomó por sorpresa. No era el Franco Colapinto que estaba acostumbrada a ver, el que siempre tenía una respuesta rápida y una sonrisa desafiante. Este era un tipo cansado, presionado por algo más grande que él.

-Es cierto que esta pista tiene fama de exprimir hasta la última gota de energía -admití, intentando sonar más comprensiva que sarcástica.

-No es solo la pista. Es todo. Las expectativas, el equipo, los fans. No puedo fallar acá.

El comentario me dejó helada. Franco siempre parecía tan seguro de sí mismo que era fácil olvidar que detrás de esa fachada había un chico de 20 años, enfrentándose a un mundo que no dejaba margen de error.

No sabía qué decir, y eso no me pasaba a menudo. Pero por primera vez en nuestra complicada dinámica, sentí algo más que fastidio hacia él. Había algo más humano ahí, algo que casi me hacía querer... entenderlo.

Me obligué a poner mi mejor expresión profesional, pero no pude evitar pensar en esa pequeña grieta que había visto en su fachada. Tal vez, solo tal vez, Franco Colapinto no era solo el arrogante piloto que siempre había creído.

Me quedé mirándolo por un momento, analizando sus palabras. Era raro ver a Franco de esa manera, dejando entrever lo que había detrás de esa actitud arrogante. Quería responder algo que sonara profesional pero que también fuera... humano.

-Bueno, nadie es perfecto -dije finalmente, tratando de sonar casual-. Incluso los mejores tienen días malos, ¿no?

Franco soltó una risa corta, como si mi intento de consolarlo fuera casi patético.

-Eso sería un consuelo si tuviera permitido tener días malos -respondió, pasando una mano por su cabello, claramente frustrado.

No esperaba esa respuesta. Siempre lo había visto como alguien que manejaba bien la presión, pero esta carrera parecía ser un punto de quiebre para él.

a fondo | franco colapintoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora