Enlace maldito (Goku en Jujutsu Kaisen)

FIN - TP1 - Capítulo 13: Amor

"Exorcizar y absorber lo hacía una y otra vez, exorcizar y absorber, ninguno de ellos conoce el sabor de las maldiciones, es como intentar tragar un trapo empapado de vómito y excremento... ¿Pero a quién beneficia más?, exorcizar y absorbe, desde aquel día e estado tratando de convencerme, no hay nada de raro de lo que fui testigo; la conocida mezquindad humana. Pense que tenia controlado eso cuando elegí ser hechicero para salvar personas, ¡no te desvíes! cumple tu obligación como hechicero. Malditos monos..."

En la escuela de hechiceria Suguru Geto, con una expresión inusualmente pensativa en su rostro, dejó escapar una lágrima casi imperceptible mientras extraía de la maldición almacenadora una espada: la espada que divide almas. Era un arma y poderosa, forjada para cortar no solo la carne, sino el vínculo esencial entre el alma y el cuerpo. Tiempo atrás, esa espada había logrado cortar una de sus maldiciones más resistentes, y ahora Suguru la blandía con la expectativa de que le diera la ventaja en la pelea. Las dos maldiciones de grado especial que había invocado estaban listas para asistirlo, sus formas grotescas y llenas de odio acechaban.

Frente a él, Goku y Yuta se preparaban para la batalla. Rika, envuelta en una energía maldita que fluctuaba como si estuviera viva, se materializaba junto a Yuta, sus ojos brillando con furia, listos para desatar su poder devastador. Goku, con su imponente presencia física y su determinación imperturbable, se mantenía en silencio, observando cada movimiento de Suguru con una atención calculada. El aire entre ellos era denso, cargado de tensión y poder acumulado, como si todo estuviera a punto de estallar.

Suguru, sin dejar de observarlos, murmuró: "La nueva generación es... impresionante."

La pelea comenzó con Suguru Geto lanzándose hacia Goku con la espada que divide almas, un corte rápido y preciso que buscaba terminar con su adversario en un solo movimiento. Goku, con sus reflejos agudos y su instinto de combate, desvió el golpe con su katana, el sonido metálico resonando en el aire. Sin perder un segundo, Goku intentó contragolpear, pero las maldiciones de grado especial invocadas por Suguru no lo dejaron avanzar. Eran rápidas, violentas, y atacaban en coordinación, obligando a Goku a retroceder y esquivar una ráfaga de ataques.

Yuta, viendo a Goku en problemas, se lanzó para ayudarlo, pero antes de que pudiera acercarse, Suguru lo interceptó con un poderoso golpe en el mentón. El impacto fue tan fuerte que Yuta salió volando varios metros, su cuerpo girando en el aire antes de estrellarse contra el suelo. Rika, siempre protectora, lo agarró justo antes de que su cuerpo tocara el suelo, amortiguando el golpe. Sin perder tiempo, Yuta y Rika se lanzaron de nuevo contra Suguru, su sincronización impecable mientras trataban de abrumarlo con ataques coordinados.

Suguru, sin embargo, no era alguien fácil de vencer. Mientras esquivaba los ataques de Rika y bloqueaba los de Yuta, invocó más maldiciones, las cuales se materializaron alrededor suyo. Criaturas deformes y aterradoras surgieron del aire, cargadas de energía maldita, atacando con ferocidad. Pero Rika, en su forma monstruosa, despedazó a las maldiciones con sus garras, destrozando todo lo que se interponía en su camino. El campo de batalla se llenó de chispas de energía maldita, gritos de las maldiciones y el sonido del acero al chocar.

Mientras tanto, Goku se encontraba luchando por su vida contra dos maldiciones de grado especial que Suguru había invocado previamente. Una de ellas parecía ser una anciana con una espada larga, su figura encorvada pero mortalmente precisa. Cada vez que atacaba, su espada se imbuía de un aura maldita que hacía cada golpe casi ineludible. La otra era una mujer enmascarada, sus ojos invisibles detrás de la máscara, pero sus manos lanzaban ráfagas de energía con una precisión mortal. Goku, saltando de pared en pared, esquivaba los ataques de ambas con una velocidad que superaba el entendimiento humano, sus movimientos eran fluidos, como si fuera parte del aire mismo.