Sakusa se encontraba recostado sobre el mostrador, esperando que algún cliente llegará, sin embargo habían pasado tres horas desde que había empezado con su horario y solo unas cuantas personas habían venido.
Es decir, sí, a nadie le gusta trabajar demasiado y mucho menos cuando eres el único cubriendo turno en el trabajo, pero el hecho de Sakusa no tuviera nada que hacer, lo hacía desear que los clientes llegarán para tener algo en lo que distraerse.
Justo en ese momento, la campana puesta en la puerta le hizo saber que un cliente había llegado al lugar, como si sus plegarias fueran respondidas por los dioses.
— Bienvenido. — Saludó al alto hombre que acababa de entrar.
— Buenas tardes. — Respondió este sonriendo. — ¿Donde está el menú? — Preguntó el rubio con genuina curiosidad.
Sakusa apuntó hacía unos letreros que se posaban justo arriba de el:
— Ahí está, señor.
— ¡Ah! — Exclamó sorprendido al darse cuenta que el menú se encontraba justo bajo sus narices.
Los ojos avellana del joven cliente comenzaron a recorrer el menú con lentitud. En otro escenario, esta actitud lenta habría puesto de mal humor a Sakusa, pero ya que no tenía nada que hacer, no le molestaba esperar un rato para oír la petición del hombre.
— ¿Qué es lo que más se vende? — Preguntó el muchacho con curiosidad.
— El capuchino. — Respondió Sakusa, con simpleza.
— ¿Sí? — El hombre meditó antes de volver a hablar. — ¿Cuál es la especialidad de la casa?
— El negro, señor.
— ¿Cómo es ese? — Preguntó completamente ignorante. Parecía un niño tratando de parecer adulto al tomar café.
— Es café sin azúcar, ni leche.
— Ay, no. Ese no. — Hizo una mueca de disgusto. — ¿Cual es tu preferido?
— El latte, señor.
— Ah. — Se pausó por un segundo. — Bueno, me das un moccachino.
— Bien. — Dijo Sakusa anotando la orden en la registradora, mientras trataba de no rodar los ojos. — ¿Algo más?
— ¿Que tienes de postres?
— Están en el menú, señor. — Respondió Sakusa en un tono seco.
— Ah. — Volvió a analizar el menú con lentitud, pero esta vez Sakusa si se irritó, porque tenía un moccachino que preparar. — No, solo eso. — Dijo después de cinco minutos en silencio en los que pensaba si añadir un postre a su orden.
— ¿Para aquí o para llevar?
— Para llevar.
— Bien. — Sakusa concluyó con el registro de la orden en la caja. — ¿Nombre?
— Moccachino.
Sakusa se pauso para analizar la respuesta del chico, porque sin duda lo había confundido.
— Su nombre, señor. No el de la bebida.
— ¡Ah! Atsumu Miya.
— Muy bien, Miya. En un segundo sale su orden.
Sakusa empezó a preparar la orden con meticulosidad, mientras Atsumu lo observaba atento. Al terminar de prepararla, la empacó en un bonito vaso de plástico y escribió el nombre del chico en este.
— Miya. — Lo llamó, aun que fuera el único en el establecimiento. Atsumu respondió alzando la mano al escuchar su nombre.
— ¡Aquí!
Sakusa le acerco su bebida.
— Aquí tiene, tenga buen día.
— Gracias. — Dijo el rubio contento y salió del local después de eso.
"¿Para que me pregunto todo eso si iba a terminar comprando el que quisiera?"
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Dulce como Mocca - Sakuatsu
FanfictionSakusa, un barista que prefiere la tranquilidad de su cafetería vacía, ve su rutina interrumpida cuando un cliente peculiar, Atsumu Miya, comienza a frecuentar el lugar. (Historia corta)