14. el libreto

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Atsumu se encontraba junto a la entrada de la cafetería, con un ramo de flores.

— No puedo ser mas cursi, Dios. — Dijo Atsumu para si mismo.

Finalmente el día de la respuesta hipotética había llegado, Atsumu le sudaban las palmas de las manos a pesar del clima frio, resultado de su nerviosismo.

Tomo una gran bocanada de aire y entró a la tienda con el ramo escondido tras su espalda.

— Bienvenido. — Lo saludo Sakusa, mientras apoyaba su barbilla en su mano.

Holi.

— ¿Y esas flores? — Señalo Sakusa, Atsumu se deprimió de immediato.

— ¿¡Como las viste!?

— Son demasiado grandes como para esconderlas con tu espalda.

Atsumu tomo un gran suspiro:

— Ehm... Okay — Atsumu aclaró su garganta y saco las flores de su espalda. — Sakusa, desde que te vi por primera vez, me quedé hechizado con tu belleza, desde entonces no pude evitar de pensarte, tuve que acercarme a ti, por eso comencé a venir aquí, con el unico propósito de conocerte, y ahora que lo hicr, no puedo evitar ser egoísta y querer mas, por eso, quiero preguntarte... ¿Te gustaría tener una cita conmigo?

Sakusa se quedo en silencio por un rato, solo observandolo:

— ¿Cuantas veces practicaste eso?

Atsumu se quedó atónito.

"¿Cómo lo supo?"

— Varias veces... — Respondió con un puchero, mientras jugaba con un papel en su mano donde tenía escrita todas las palabras que le había recitado al pelinegro. Sakusa se dio cuenta del papel en sus manos y velozmente se lo quitó, antes de que Atsumu reaccionara.

— Dilo con tus palabras. — Le pidió Sakusa, guardándose el papel en el bolsillo.

— ¡No seas así! — Lloriqueó. — Técnicamente, esas son mis palabras, yo las escribí.

Sakusa no cedió.

— Quiero escucharte a ti, no a un libreto que tenías preparado.

Atsumu tomó una gran bocanada de aire, suspirando.

— Omi... — Lo miró con ojos de cachorrito regañado, a lo que el corazón de Sakusa contestó con retumbantes latidos. — En serio me gustas mucho. Quiero conocerte, ¿tendrías una cita conmigo? — Le ofreció las flores con una expresión patética en el rostro, como si ya hubiera asumido que lo rechazaría.

Sakusa tomó las flores en sus manos y sonrió levemente, apenas perceptible para Atsumu.

— ¿A dónde iremos? — Preguntó Sakusa, poniendo su cabeza sobre las flores. Por supuesto, tenía pensado decirle que si desde que le preguntó por primera vez, pero quería sacarle el jugo a la situación.

Atsumu tardó un poco en reaccionar, pero cuando lo hizo dio una respuesta eufórica:

— ¡Bueno, no sé que prefieras! — Carraspeo su garganta, pues se le había salido un gallo. — ¡P–Podemos ir a la feria, a comer helado, a un parque, a un paseo en canoa en el lag–

— Hace rato que no salgo a cenar... — Comentó Sakusa susurrando, mientras jugaba con el ramo de flores.

— ¡Ya sé! ¡Podemos ir a cenar! — Dijo Atsumu. La voz de Sakusa había sonado tan suave cuando hablo que Atsumu creyo que se trataba de una de las voces en su cabeza.

— ¡Oh! — Sakusa fingió sorpresa. — ¿Que cenaremos?

— Podríamos comer sushi, comida china, o tal vez comida vietnamita, ¡Ah! O comida mexicana si te apetece algo exótico o tal vez–

Sakusa emitió un suspiró débil.

— Hace poco vi un post de comida italiana... — Una vez más, Atsumu creyo que aquella debil se trataba de una voz en su cabeza.

— ¡Omi! ¿Que te parece comida italiana? — Preguntó eufórico.

— Me parece bien. — Sonrió Sakusa, satisfecho.

—¡Bien! — Respondió Atsumu, emocionado.

— ¿Cuando es? — Pregunto refiriéndose a la cita.

— ¡Oh! Uhm... La verdad es que mañana es el único día que tengo libre hasta dentro de dos días. — Le informo Atsumu nerviosamente. — Debo viajar por trabajo.

Sakusa se sorprendió.

— ¿Que no eres reportero? ¿Acaso cambiaron el set a otro país?

Atsumu rió.

— Conseguimos un entrevista con un deportista extremo, yo lo entrevistaré. — Sonrió claramente contento.

— Y... ¿Cuando vuelves?

— Hasta el viernes. — Atsumu lo miró con una expresión penosa. — ¿Entonces, puedes mañana?

— Sí, creo que sí.

Atsumu sonrió ampliamente.

— ¡Bien! Te busco mañana después del trabajo, ¿sí? — Sakusa asintió. — Bueno, me voy... debo ir al trabajo. — Atsumu caminaba de espaldas hacia la puerta, sin querer darle la espalda a Sakusa, solo para poder verlo por un rato más.

— ¿Y tú moccachino? — Preguntó Sakusa curioso.  Atsumu rió.

— ¡Eso ya no importa, por fin pude invitarte a salir! — Atsumu salió sonriente del local.













Extra:

Sakusa estaba en casa, revisando los bolsillos de su uniforme antes de meterlos a lavar, y se encontró con el "libreto" de Atsumu, estaba lleno de tachones y borrones, como si hubiera querido encontrar las palabras perfectas para pedirle una cita a Sakusa. Este sonrió al leer el papel y lo guardó para si mismo.

Dulce como Mocca - SakuatsuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora