4. moccachino al rescate

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Cuando Atsumu entró al establecimiento fue recibido con la horrible imagen de Sakusa enfermo, con tapa bocas, gorra y guantes, a penas podía reconocerlo.

— ¿Estás bien? — Fue lo primero que Atsumu preguntó.

— Sí, señor. — La voz de Sakusa salió tan ronca que Atsumu estaba seguro que le había raspado la garganta fuertemente al pronunciar las palabras.

— ¿En serio? Por que no te ves muy bien, — Sakusa se irrito de inmediato. A nadie le gustaba que le dijeran que se veía mal. — tal vez deberías ir a casa a descansar. — Le sugirió, tratando de ser amable.

— No se preocupe, me aseguraré de no contaminar su orden con mis ordenes. — Respondió claramente fastidiado.

— ¡Eso no es lo que me preocupa! — Aclaro Atsumu rápidamente.

En ese momento se escuchó la campanilla de la puerta sonar, un hombre de mediana edad había entrado al establecimiento.

— Bienvenido. — Dijo Sakusa, cosa que lo llevó a toser después, pues no podía hablar demasiado.

— Hola, buen día. — Saludo el hombre. — ¿Podría decirme que hay en el menú? Es que no alcanzo a ver desde aquí. — Pidió el anciano.

Sakusa iba a hablar de no ser porque una repentina picazón se hizo presente en su garganta, no pudo evitar toser, y por más que lo hiciera, no podía parar. Tuvo que excusarse por un segundo, levanto un dedo para pedirles que le dieran un momento. Acto seguido, se había ido al cuarto del personal, para toser sin contaminar la comida o a los clientes.

Cuando el malestar por fin paro, tomo un poco de agua que tenía guardada en su casillero y volvió a salir para poder atender al señor y a Atsumu, pero cuando salió, se encontró con una escena inesperada.

— Y por último, el más vendido es el capuchino. — Le comentaba Atsumu al señor.

— Capuchino, Moccachino, Frapuccino ¿¡Hay alguna bebida aquí que no sea china!? — Se quejó el señor. Atsumu no pudo evitar soltar una pequeña risa:

— No, no. Eso no es lo que significa, verá...

Sakusa contemplo a Atsumu explicarle por unos quince minutos al señor, la diferencia de todos las bebidas del menú, con paciencia y sin molestia ante el lento entendimiento del señor de mediana edad. Incluso cuando el señor se dirigía a Sakusa para hacerle una pregunta, Atsumu interrumpía y le explicaba él mismo.

Cuando el señor por fin se decidió por una bebida, Atsumu solo le indico a Sakusa:

— Toma su orden primero. No tengo prisa. — Mintió, sabiendo que de por si cuando había llegado al café ya estaba bastante tarde para el trabajo.

Sakusa obedeció y atendió primero al señor, quien se fue contento con su café de origen no-chino.

Cuando el barista le pasó su bebida a Atsumu, no pudo evitar agradecerle:

— Muchas gracias, enserio. Me salvaste.

— No me lo agradezcas, algún día me devolverás el favor. — Le sonrió juguetón, a lo que Sakusa solo ladeo la cabeza en señal de confusión.










Extra:

Cuanto Atsumu terminó su turno en el trabajo, fue rápidamente al café con una bolsa llena de medicamentos para la gripa, que había comprado justo después de salir, pero al llegar solo encontró una cafetería cerrada y nadie cerca.

Dulce como Mocca - SakuatsuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora